El territorio metropolitano emite anualmente unos 13 millones de toneladas de CO2. La dimensión y la escala metropolitana es fundamental para hacer frente a los compromisos de la UE de reducir el 55% de estas emisiones para el 2030
El Consejo Metropolitano del AMB aprobó en su última sesión, por unanimidad, la declaración de emergencia climática, un paso decisivo para la aplicación urgente de varios objetivos estratégicos del AMB: políticas destinadas a la lucha contra el cambio climático y la contaminación atmosférica, acceso garantizado y justo de la población al agua y logro de una economía circular.
Con la declaración de emergencia climática, el AMB se ha comprometido a asumir el objetivo de la UE de reducir un 55% de emisiones de gases de efecto invernadero para el próximo 2030 y de lograr la neutralidad en carbono el 2050.
Según los últimos datos, en 2018 las emisiones se han reducido un 33,5% en relación a las del 2005, aunque se observa un repunte en los últimos años analizados, lo que demuestra que las emisiones del área metropolitana de Barcelona están muy ligadas al crecimiento económico. Así, la reducción de la demanda energética y un uso más eficiente de los recursos son objetivos básicos del AMB.
El gráfico siguiente muestra los porcentajes de emisiones difusas (las que no forman parte del mercado de derechos de emisiones) por sectores. Se observa que hay sectores que han disminuido el peso (como el de los residuos) y centra las prioridades de mejora futura en sectores como la movilidad y el transporte, los servicios, el sector doméstico y los procesos ligados a la industria.
El diagnóstico también incorpora las emisiones correspondientes al sector industrial, que tiene sus emisiones incluidas en el mercado de derechos de emisiones. Este sector ha aumentado un 8% desde 2005: de los 4.616.018 millones de toneladas en 2015 a 4.982.647 en 2018.
En el sector de las emisiones difusas y según los resultados observados, a fin de reducir las emisiones un 55% en 2030 y poder hacer frente a la emergencia climática, las acciones prioritarias que deben llevarse a cabo son:
Descarbonizar la demanda energética en todos los sectores e invertir, al mismo tiempo, en energías renovables para cubrir esta demanda en el ámbito local.
Propiciar un cambio modal en el sector del transporte, facilitar la conexión de flujos intermunicipales y optimizar la distribución urbana de mercancías.
Impulsar la rehabilitación de la edificación en el ámbito residencial y terciario con criterios de eficiencia energética.
La reducción de emisiones debe abordarse desde todos los sectores, también desde el sector privado empresarial e industrial, pero el papel del AMB es especialmente importante para reducir las emisiones derivadas de la gestión de residuos, el agua y la movilidad, que son las materias sobre las que tiene competencia por ley. Por tanto, es en la prestación de estos servicios donde concentra más esfuerzos para llevar a cabo un verdadero cambio de modelo.
En 2018, las emisiones totales del territorio de la AMB fueron de de 13.052.125 t CO2, es decir, ya tuvo lugar una reducción del 33,5% respecto al 2005, considerando todos los sectores (6.532.480 t CO2). Para alcanzar los objetivos marcados por la UE, hay que reducir 2.280.592 t CO2 adicionales hasta 2030 (objetivo 55%: 8.813.072 t CO2).
La reducción prevista en los diferentes planes metropolitanos, como el Plan metropolitano de movilidad urbana (PMMU), el Programa metropolitano de prevención y gestión de recursos y residuos municipales 2019-2025 (PREMET25) y las acciones del Programa Metropolitano de energía y clima ( PMEC), es de 1.063.470 t CO2.
La AMB ha establecido cinco retos transversales para hacer frente a esta emergencia, y cada uno de ellos cuenta con medidas concretas:
1.- Transición energética
La transición energética consiste en transformar el modelo de generación y consumo de energía, abandonando progresivamente los combustibles fósiles, reduciendo el consumo energético e impulsando la energía renovable. El AMB logrará este cambio global mediante diversas actuaciones, recogidas en el Programa Marco de Actuaciones en Clima y Energía (PMEC).
Por ejemplo, pretende rehabilitar equipamientos con clave de eficiencia energética, reducir los consumos actuales e impulsar programas de rehabilitación en el que la variable energética sea clave. En este mandato también impulsará la producción fotovoltaica y desarrollará los planes de cubiertas, que ya están a disposición de los ayuntamientos y que permitirán dar un salto de escala en la producción energética municipal y metropolitana. Con la introducción de tecnologías innovadoras como las fotolineras bidireccionales, no sólo generará energía renovable, sino que podrá almacenarla para disponer de ellos en momentos de necesidad. Y el establecimiento de comunidades energéticas permitirá el intercambio de energía entre comunidades de vecinos, equipamientos públicos e industria mediante la digitalización de la red.
El resultado esperado de este reto es que los equipamientos y alumbrados municipales sean 100% renovables en 2030 y alcancen la neutralidad de carbono, y que el territorio cuente con un mínimo de 300 comunidades energéticas que generen, consuman y compartan energía con condiciones justas.
El AMB también trabaja en la innovación en el ámbito energético. En este mandato forma parte de tres proyectos de investigación europeos H2020 en el ámbito de la generación y el almacenamiento de energía, así como de rehabilitación energética de edificios públicos municipales (proyectos procuramos, V2Market y Up-Stairs), que suponen cerca de 2 M € de presupuesto para los próximos 4 años.
2. Uso y gestión eficiente de los recursos hídricos
En la metrópolis de Barcelona, ??el cambio climático agravará la falta de disponibilidad de recursos hídricos. Para evitarlo, el AMB está elaborando el Plan director estratégico del ciclo integral del agua (PDECIA), que, entre otras medidas, incluye fomentar el uso del agua regenerada y los acuíferos, continuar incentivando la reducción del consumo doméstico, e identificar las situaciones de pobreza hídrica y trabajar para minimizar su impacto en la población.
3. Movilidad sostenible
El tráfico de vehículos es la principal causa de contaminación del aire y cada año provoca 3.500 muertes prematuras en el área metropolitana de Barcelona. Por eso, y porque el potencial de reducción de emisiones en este ámbito es muy grande, es uno de los principales sectores en los que hay que incidir en los próximos años para alcanzar los objetivos que marca la UE. El Plan metropolitano de movilidad urbana (PMMU) es una herramienta esencial en este sentido. Los aspectos clave son:
Mejorar el transporte público fuera de Barcelona: articular ejes de transporte público de alta capacidad para potenciar la intermodalidad entre municipios y aumentar la oferta de bus interurbano para facilitar los flujos de movilidad por motivos laborales y personales.
Reforzar la red ferroviaria como eje vertebrador de la movilidad metropolitana, completarla con nuevas líneas, interconectarse la y hacerla menos radial. Completar la red de tranvías.
Equilibrar la oferta de puestos de trabajo con la población ocupada residente, para reforzar la autocontención y reducir las distancias de los desplazamientos.
Reducir la necesidad de movilidad obligada mediante la promoción del teletrabajo y el uso de medios digitales como las teleconferencias.
Optimizar el modelo logístico de distribución urbana de mercancías (DUM) y la distribución de último kilómetro, para incrementar su eficiencia y reducir su impacto.
También hay que abordar rápidamente la reducción del impacto del puerto y el aeropuerto, infraestructuras que emiten cuatro veces más CO2 que el total de la ciudad de Barcelona. El puerto y el aeropuerto ya trabajan en planes para impulsar energías renovables y electrificar al máximo sus operaciones, así como para acelerar los accesos ferroviarios al puerto y potenciar su uso en el aeropuerto. En el caso del aeropuerto, hay una apuesta decidida por sustituir los vuelos cortos para transporte ferroviario cuando se disponga de esta alternativa.
Reducir las emisiones generadas por el tráfico rodado (principal emisor de contaminantes a la atmósfera) es uno de los retos más relevantes de la emergencia climática.
4. Recursos, economía circular y cambios en los modelos de producción y consumo
Ante la emergencia climática, el AMB quiere dar impulso a un modelo de desarrollo de economía circular, que reduzca la extracción de materias primas y convierta los residuos en recursos, para introducirlos de nuevo en el ciclo de producción.
El PREMET25 es la nueva estrategia de gestión de los residuos metropolitanos. En primer lugar, promueve la prevención con la filosofía de que "el mejor residuo es el que no se llega a generar" y, por tanto, tiene como objetivo principal reducir la generación de residuos.
En segundo término, el PREMET25 busca aumentar significativamente los índices de recogida selectiva en la metrópolis, que actualmente se encuentran estancados en torno al 37%, por debajo de la media de Cataluña (42%).
Este cambio de escala se conseguirá con la implantación, el apoyo y el acompañamiento de la AMB a los nuevos sistemas de recogida (puerta a puerta y contenedores inteligentes) a los municipios de la metrópolis. La meta es cumplir los objetivos europeos de lograr una recogida selectiva del 55% en 2025 y del 60% en 2030.
Finalmente, en cuanto al tratamiento de residuos, el plan establece el abandono progresivo del modelo actual, basado en los ecoparques y la valorización energética, en favor de plantas más modernas y versátiles y centradas, sobre todo, en el tratamiento de la materia orgánica, como el futuro centro de biofertilizantes y abonos (CEBA), una instalación pionera en Europa que aprovechará los nutrientes presentes en estos residuos para satisfacer las necesidades de fertilización y abono de los cultivos del Parque Agrario del Baix Llobregat.
También es importante hacer un cambio de modelo productivo que fomente la reducción de emisiones. En este sentido desde la declaración de emergencia climática identifican acciones dirigidas al tejido industrial y productivo, como la aplicación de medidas de fiscalidad climática, impulsar la contratación pública con criterios hipocarbònics o potenciar las empresas del sector de las energías renovables.
Además, por su importancia, hay que incentivar la descarbonización de las grandes industrias del régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE): planes de descarbonización para la industria cementera, memorias RSC, requerimientos adicionales a las autorizaciones ambientales de las empresas de anexo 1 según la Ley 20/2009, de 4 de diciembre, de prevención y control ambiental de las actividades (PCAA), etc. Asimismo, hay que promover la adhesión de las grandes empresas al Programa de acuerdos voluntarios para reducir las emisiones de GEI.
5. Nuevos modelos urbanos
El Plan director metropolitano (PDU), que está definiendo el futuro urbanismo de la metrópolis de Barcelona, ??en todo momento tiene en cuenta la situación de emergencia climática global. Así, planifica ciudades y entornos urbanos más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
El PDU evoluciona en consonancia con la declaración de emergencia y vela por que los proyectos de construcción, reforma y rehabilitación sean oportunidades para mejorar las ciudades, haciéndolas menos vulnerables a los efectos de la isla de calor, a las olas de calor y los temporales. Soluciones como los refugios climáticos permitirán que espacios polivalentes ya existentes, como casales, bibliotecas y parques, ofrezcan confort, agua y espacio de descanso a la población más vulnerable ante el calor.
Fruto de la actividad humana, el incremento de la cantidad de CO2 en la atmósfera ha hecho subir un grado la temperatura media del planeta. Con el Acuerdo de París (2015), los gobiernos establecieron una serie de medidas para limitar el calentamiento global por debajo de los 2° C (y evitando superar el aumento de 1,5° C). Más concretamente, los países europeos quieren reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% de cara al 2030 y ser neutros en 2050.
Sin embargo, el mundo se dirige hacia un aumento catastrófico de la temperatura mundial de más de 3° C a finales de este siglo. Según las Naciones Unidas, es necesario que los países y ciudades aspiren a una recuperación económica, social y ambiental que incluya una descarbonización energética. Sólo una recuperación verde tras la Covidien-19 puede acercar el planeta en la vía de no superar los 2° C este siglo.
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