Con la participación de una decena de expertos, el pasado 28 de enero tuvo lugar en la Feria de Madrid, el segundo Laboratorio preparatorio de la cuarta edición del FORO DE LAS CIUDADES DE MADRID, centrado en la renaturalización urbana y en la necesidad de aumentar la resiliencia de las ciudades a través de soluciones basadas en la naturaleza. Dicho FORO forma parte, junto con la 20ª Feria Internacional del Urbanismo y el Medio Ambiente, TECMA y la 7ª Feria Internacional de la Recuperación y el Reciclado, SRR, de la cuarta edición del FORO MEDIO AMBIENTE Y SOSTENIBILIDAD, FSMS 2020, que organiza IFEMA del 10 al 12 de junio de 2020, en la Feria de Madrid.
Especialistas de diversas disciplinas y organizaciones han conversado sobre cuestiones como el papel de las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN), en el cambio de paradigma que viven actualmente las ciudades del mundo y en los retos que tiene por delante la gestión de la biodiversidad o los beneficios que puede aportar reverdecer el espacio urbano, entre otros asuntos.
En el Laboratorio participaron (en la foto de derecha a izquierda) Alejandro Ruiz, miembro de FCC Medio Ambiente; Esther Valdés, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Paisajistas (AEP); Manuel Gil, experto en ecología urbana y miembro de GEA21; Beatriz Sánchez, responsable del programa “Biodiversidad Urbana” de SEO/BirdLife; Manuel Quirós, experto en biomimesis; Eduardo Peña, secretario de la Red de Gobiernos + Biodiversidad de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP); José Luis Rodríguez, en representación de la Asociación de Empresas de Gestión de Infraestructuras Verdes (ASEJA); David Álvarez, director ejecutivo de Ecoacsa-Reserva de Biodiversidad (entidad integrante del proyecto Natural Capital Coalition de la Comisión Europea); Esperanza Ayuga, vocal de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos (AEPJP), y Lola González, directora del Foro de las Ciudades Madrid de Ifema.
Escuchando a los expertos participantes, se evidencia que existe un amplio conocimiento sobre cómo y por qué las ciudades han de comenzar, si no lo han hecho ya, procesos de naturalización para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes: aire más limpio, menos efecto “isla de calor”, mejores condiciones para la salud, ventajas psicológicas y sociológicas, recuperación del espacio público para la complejidad y las relaciones humanas, menos emisiones de CO2 y más capacidad de absorción de éstas, mayor resiliencia frente a efectos climáticos extremos... Las razones son muchas, tantas como las posibilidades de una ciudad para reverdecer su entorno mucho más allá de los “clásicos parques y jardines” con cubiertas o fachadas vegetales, micro espacios verdes, bosques forestales, sistemas de drenaje sostenible, permeabilización de los suelos, corredores biológicos, parques inundables… De hecho, la renaturalización de las ciudades es una pieza clave en este contexto actual de emergencia climática.
Durante la sesión, Lola González (Ifema) recalcó la oportunidad de cambiar el rumbo que ha tomado la mayoría de ciudades del mundo (al margen de la naturaleza y dominadas por el transporte motorizado), en favor de unos espacios urbanos más conectados con el verde. González ha asegurado que la ciudad es algo dinámico, pues es “el significante que se va construyendo a través de significado”. También resaltó la importancia de la agroecología urbana para empoderar a la ciudadanía con esta herramienta de autosuficiencia que además hace a las ciudades más saludables.
Por su parte, Manuel Gil (GEA21) subrayó la necesidad de volver a insertar las ciudades en su territorio, interconectándolas con los territorios colindantes y pensando en estos espacios urbanos no como lugares aislados, sino como parte de un todo regido por las leyes de la naturaleza, anteponiendo la “eficiencia ecosistémica” por encima de la “eficiencia urbana”. De esta opinión es también Esther Valdés (AEP), quien comentó que las ciudades son “burbujas” totalmente desconectadas de la naturaleza. Valdés ha insistido en que “ya lo sabemos todo, sabemos qué hay que hacer y cómo”, mientras que lo que se necesita ahora es “voluntad política”. Valdés reconocía que las ciudades acaban siendo burbujas desconectadas de la naturaleza y que está situación es la que tenemos que revertir, porque “somos animales ecodependientes”.
Desde la FEMP, Eduardo Peña incidió en los retos que las ciudades tienen por delante, como la falta de información de los políticos y técnicos municipales, el problema de competencias entre administraciones y la inclusión de la ciudadanía en las decisiones de renaturalización, pues a veces existen diferentes puntos de vista sobre cómo abordar las transformaciones.
En este sentido, Jose Luis Rodríguez (ASEJA) añadió que hay que contar también con el problema del cortoplacismo, sobre todo en el contexto actual de los ayuntamientos con gobiernos de coalición, donde en una legislatura normal de cuatro años la alcaldía se reparte en dos años para un partido y dos para el otro, lo cual entorpece la planificación estratégica para reverdecer la ciudad.
Alejandro Ruiz (FCC Medio Ambiente) puso en valor el papel de los árboles como “eje central de la renaturalización urbana” e identificó como uno de los obstáculos la falta en España de una norma de protección de arbolado a nivel estatal, pues dificulta su conservación. “Necesitamos leyes inmediatas del arbolado, que es el eje vertebrador de la infraestructura verde en las ciudades”, dijo Ruiz.
Esperanza Ayuga (AEPJP) afirmó que aunque “es difícil que en una ciudad ya consolidada podamos hacer intervenciones y cambiar la estructura” sí es posible recuperar algunas zonas. Sobre la aceptación de las medidas por parte de la ciudadanía, Ayuga ha advertido de que “tenemos mucho que decir, pero hay que decirlo bien para que la sociedad apruebe nuestras propuestas”, manifestando su apuesta por la diversidad para hacer que la naturaleza urbana sea sostenible. Desde SEO/BirdLife, Beatriz Sánchez lamentó que “ las ciudades se han diseñado a espaldas de la naturaleza”, y que en las urbes hay mucha “biofobia”, lo que comporta un peligro, por ejemplo, para las aves, pues un 20% de éstas habitan en entornos urbanos. Para Sánchez, la clave no es solo la cantidad, sino tambiñen la calidad del verde urbano, que ha de comportar un alto nivel de biodiversidad.
Para muchos expertos la respuesta está en imitar los procesos propios de la naturaleza en el diseño urbano. El experto en biomimesis Manuel Quirós definió la naturaleza como “la única tecnología sostenible regenerartiva que conocemos” y afirmó que “hay edificios que funcionan como árboles, que capturan CO2, que generan energía y que purifican el agua”. Quirós aseguró que “no nos estamos dando cuenta de que seguimos anclados a un sistema degenerativo y tenemos que ir hacia uno regenerativo”, aunque para ello aún nos “falta visión”.
Finalmente, desde el plano financiero, David Álvarez (Ecoacsa) recordó que a mediados de este año se dará a conocer el modelo de contabilidad ambiental que ha desarrollado la ONU, con los nuevos indicadores para medir el crecimiento y la riqueza “más allá del PIB”, teniendo en cuenta el capital natural. Álvarez coincidió con Esther Valdés en cuanto a que “la técnica existe y conocemos muchísimo”, pero “lo que hay que tener es voluntad por el cambio”.
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