El 60% del agua consumida en ciudades en climas secos proviene del riego de zonas verdes
El riego de parques, jardines y las zonas verdes de los espacios deportivos, supone casi el 60% del consumo de agua de las ciudades en climas áridos y semiáridos. Para ello, se han empleado comúnmente sistemas de riego tradicional basados (por goteo y en superficie). Sin embargo, a medida que las necesidades hídricas de los espacios urbanos aumentan, las ciudades tratan de mantener su sostenibilidad con sistemas de riego cada vez más eficientes. Un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha analizado la eficiencia de la aplicación del agua en sistemas de riego inteligentes en la urbanización de Valdebebas.
“Una de las medidas más empleadas para reducir el gasto de agua cuando hablamos de riego urbano ha sido el uso de riego con aguas residuales regeneradas. No obstante, los últimos estudios ponen de manifiesto que pueden disminuir la uniformidad de aplicación del agua al obturar goteros y filtros”, explica Freddy Canales, del Grupo de Investigación de Hidráulica del Riego HIDER de la UPM y uno de los coautores de este trabajo.
Ante el incremento de las necesidades hídricas, el uso de sistemas de riego inteligentes, con base en datos climáticos y coeficientes de cultivos, se perfila como una alternativa eficaz al uso de los sistemas tradicionales. “Los sistemas de riego inteligentes incluyen un conjunto de técnicas y criterios que tienen como objetivo determinar las necesidades hídricas de las plantas y mejorar los criterios de riego para minimizar la pérdida de agua y promover un uso óptimo del suministro”, explica Sergio Zubelzu y Leonor Rodríguez, los otros autores del trabajo y profesores de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la UPM.
“En el caso de Valdebebas se riegan 20 hectáreas de plantaciones ornamentales bajo un sistema de riego eficiente e inteligente, que cuenta con riego por goteo y una automatización que se extiende a 1000 hectáreas. Este sistema se gestiona a través de un programa de riego que recoge información de la estación meteorológica de la zona y calcula cuando y cuanto regar”, añade.
Ese es, según los expertos, el modelo que se debe seguir en las ciudades del futuro, que debe diseñarse para realizar un manejo integral y altamente eficiente de los recursos hídricos.
“El uso de sistemas inteligentes como el que se ha instalado en Valdebebas permite mejorar la eficiencia del uso del agua calculando el coeficiente de jardín como el producto de tres coeficientes específicos: de especie (diferenciado para cada zona de riego), microclima (afectado por la posición del parque en su entorno urbano) y el de densidad de la vegetación”, asegura Sergio Zubelzu.
Como parte de su trabajo, los investigadores evaluaron el manejo de los sistemas de riego urbano de Valdebebas y estudiaron los factores que afectaban a la eficiencia en la aplicación del agua. En los sistemas de riego de Valdebebas, el manejo y planificación del riego están controlados por operarios del servicio de jardinería, que calculan los coeficientes de cultivo y la frecuencia de riego necesaria basándose en los datos de la estación climática. “Las decisiones humanas se apoyan de este modo en un software inteligente que permite mejorar la eficiencia del riego”, añaden los investigadores.
No obstante, pese a que la ayuda de los sistemas automatizados contribuye a mejorar la gestión del riego, los investigadores destacan que el punto crítico para conseguir sistemas de riego más eficientes sigue estando en la toma de decisiones sobre el terreno, tales como la determinación del coeficiente de jardín que sirve para estimar las necesidades de agua y determinar la dosis y frecuencia de riego.
“Esa toma de decisiones sobre el terreno, apoyada siempre por los datos que ofrecen los sistemas informáticos, es uno de los mayores aliados a la hora de reducir el gasto de agua”, explica Canales.
Para los expertos, la importancia de este trabajo, publicado en el Journal of Environmental Management, radica en la evaluación de la eficiencia de los sistemas de riego inteligentes y las conclusiones que obtiene respecto a sus ventajas y a los elementos que aún necesitan mejorarse para garantizar un riego más sostenible de las ciudades.
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