Departamento de Medio Ambiente y la Universidad de Deusto han firmado un convenio para que la Universidad abra una nueva línea de investigación
El diputado de Medio Ambiente, José Ignacio Asensio, y el director de DeustoTech - Deusto Institute of Technology de la Universidad de Deusto, Iñaki Vázquez, han firmado un convenio de colaboración en la Diputación Foral de Gipuzkoa. El Departamento de Medio Ambiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa compromete 10.000 € con la citada universidad para el desarrollo y aplicación de una metodología para la cuantificación del despilfarro alimenticio y realizar un análisis de oportunidades de reducción.
En este proyecto, la Universidad de Deusto plantea iniciar el desarrollo de un proceso metodológico para estudiar los patrones de generación de residuos orgánicos –incluyendo el despilfarro-, estudiar su impacto ambiental y su prevención, así como estudiar la influencia de la pandemia en estas variables. Asimismo, realizarán un análisis de oportunidades de reducción.
Esta iniciativa se enmarca dentro del Plan Integral de Gestión de Residuos Urbanos de Gipuzkoa 2019-2030 (PIGRUG 2019-2030) que presta especial atención al problema del despilfarro alimentario y plantea el desarrollo de numerosas acciones destinadas a la prevención del despilfarro alimentario, así como a la sensibilización en este tema. Por otra parte, el PIGRUG, a través del Observatorio de Prevención y Gestión de residuos urbanos, contempla también acciones de caracterizaciones y estadísticas de residuos, que promueva extraer conclusiones sobre el despilfarro alimentario y de esa manera ayudar a diseñar futuras medidas de prevención y reutilización.
El diputado de Medio Ambiente, José Ignacio Asensio, ha recordado que se estima que en Gipuzkoa al año se despilfarran 123.000 toneladas de y que al desperdiciar la comida «no solo se pierde el alimento no consumido, sino que también se malgastan todos aquellos recursos que se han utilizado para producirlos»; por ejemplo, el uso de la tierra, los nutrientes, el agua y la energía empleada para su producción, transformación y transporte, así como, las correspondientes emisiones de gases de efecto invernadero. «En consecuencia, el despilfarro de alimentos debe entenderse como un problema global, éticamente inaceptable, socialmente injusto y económica y medioambientalmente insostenible», ha señalado Asensio.
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