La creación de espacios frescos en los núcleos urbanos permite disminuir la mortalidad y morbilidad asociada a las altas temperaturas
Con la idea de aumentar la capacidad de diferentes tipologías de espacios urbanos para convertirse en refugios climáticos durante los meses de mayor calor, el AMB ha publicado una guía de Criterios bioclimáticos para mejorar la calidad del verde urbano y potenciar el efecto refrescante de los espacios verdes. Esta guía incluye los criterios de diseño y actuación sobre la vegetación y los suelos, aspectos que pueden potenciar y mejorar de forma notable la regulación térmica de estos espacios, tanto a escala local (dentro de las zonas de uso del espacio verde), como escala de ciudad. Asimismo, se incluye un anexo con las especies de árboles más adecuadas para las vías urbanas y zonas verdes. El vicepresidente del Área de Ecología del AMB, Eloi Badia, ha destacado que “hoy la COP26 en Glasgow, sitúa a los refugios climáticos como la estrategia que deben seguir las ciudades y las metrópolis para mitigar los efectos negativos de las oleadas de calor”.
El programa de inversiones del Plan de Sostenibilidad Ambiental (PSA) incorporó una línea de inversiones por los municipios metropolitanos vinculadas a la creación de refugios climáticos y la naturalización de espacios urbanos. En total, las actuaciones del vinculadas a esta línea suponen una inversión de 6,4M€ en actuaciones en refugios climáticos en 9 municipios metropolitanos.
El calor excesivo y sostenido tiene efectos directos sobre la salud de las personas, ya que comporta un aumento de la mortalidad y la morbilidad de la población, especialmente en los grupos más vulnerables como la gente mayor, los bebés, personas con patologías crónicas o las que viven en condiciones sociales más desfavorables.
Según datos de la Organización Meteorológica Mundial (WMO)[1], los episodios climáticos extremos que han producido mayor mortalidad en los últimos años en Europa son precisamente las oleadas de calor. Entre los años 1970-2012 se produjeron 1.352 desastres asociados a episodios climático extremos, de los que las oleadas de calor sólo representaban el 17% de los desastres, pero por el contrario supusieron el 94% de las muertes ocurridas por desastres climáticos, con un total de unas 141.000 muertes.
La forma que tienen las ciudades y los entornos urbanos para adaptarse y luchar contra el aumento del calor es, en grandes líneas, incrementar la presencia de verde (por el efecto termorregulador de la vegetación), incrementar los puntos de agua en la ciudad, promover la utilización de materiales en el espacio público y en los edificios que reflejen la luz y no absorban el calor y habilitar espacios refugio para acoger a la población en los momentos térmicos más críticos.
En la guía publicada por el AMB se explica cómo algunas características concretas de la vegetación pueden potenciar el efecto refrescante de los espacios verdes. Por ejemplo, la presencia de árboles con elevada evapotranspiración (como es el caso de algunos árboles caducifolios) favorecen la circulación y enfriamiento del aire. Otro aspecto relevante es el tipo y tamaño de hoja y la estructura del dosel. En cuanto al diseño de los espacios, en la guía se explica cómo la disposición y organización de los árboles influye en la circulación de las corrientes de aire en el interior del espacio, así como la importancia de otros elementos: láminas de agua (mejor si son naturalizadas), superficies permeables, espacios llave de estancia con sombra y un uso mínimo de superficies pavimentadas.
Por lo general, los espacios verdes con una presencia de vegetación moderada pueden tener una diferencia de unos 2-3 °C (a lo largo del día), respecto a zonas sin vegetación. Esta diferencia de temperatura se incrementa después de la puesta de sol, sobre todo en lugares menos húmedos, donde la temperatura puede descender hasta 5 °C, y en algunos casos hasta 6,5 °C.
Además, este refrescante efecto se extiende por su entorno cercano, que en función del tamaño del espacio verde es más o menos amplio (por ejemplo, el efecto de un espacio con presencia de vegetación de 0,5 ha puede extenderse hasta 150 m más allá de sus límites).
Durante el verano de 2021, el AMB ha activado su red de refugios climáticos, un total de 20 espacios -equipamientos públicos y parques metropolitanos- repartidos en 7 municipios, que han servido como cobijo para la ciudadanía no sólo en episodios declarados de oleadas de calor, sino durante toda la temporada.
De cara a 2022, el AMB prevé ampliar de forma exponencial esta red, con el establecimiento de hasta 63 refugios más, llegando a un total de 83 espacios habilitados (un crecimiento del 415% en un año).
Gracias a los criterios bioclimáticos recogidos en la guía recientemente publicada, será mucho más fácil para los ayuntamientos metropolitanos identificar y habilitar nuevos refugios.
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