Entrevista a Daniel Serra, Ecosystem & Stakeholders Director de EIT Urban Mobility
El escenario actual de crisis climática, marcado por fenómenos extremos, alteraciones en los ecosistemas y la continua amenaza para las comunidades, demanda una respuesta inmediata que abarque todos los aspectos de la vida humana en las ciudades, incluida la movilidad. Este llamado a la acción implica un cambio radical en su enfoque hacia la sostenibilidad. Tradicionalmente impulsada por combustibles fósiles, la movilidad urbana se encuentra en el epicentro del desafío global, considerando el transporte responsable del 23% de las emisiones en Europa.
En un contexto donde la Comisión Europea ha establecido la ambiciosa meta de contar con 100 ciudades neutras en carbono para 2030, la labor de EIT Urban Mobility adquiere una relevancia crítica. La iniciativa del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), funciona desde 2019 como instrumento de la Comisión Europea, con el objetivo de ayudar a las ciudades a impulsar la movilidad sostenible. Entrevistamos a Daniel Serra, Ecosystem & Stakeholders Director en EIT Urban Mobility para explorar las claves de la movilidad sostenible, analizando los retos más apremiantes que conciernen a Europa y a España, así como las iniciativas innovadoras y estudios relevantes, que están liderando el camino hacia la transición sostenible de la movilidad urbana.
La movilidad sostenible en el contexto urbano se define a través de dos aspectos, que consideramos cruciales para la transición. En primer lugar, el transporte público o colectivo, que destaca como eje vertebrador esencial de cualquier servicio de movilidad, ya sea en ciudades o áreas metropolitanas. Es imperativo que el transporte público sea de alta calidad y accesible, siendo la mejor manera de reducir la dependencia del vehículo privado. No estamos en contra del uso del automóvil, pero reconocemos las diversas problemáticas asociadas y aspiramos a fomentar un cambio hacia formas más sostenibles de movilidad.
El segundo pilar es la movilidad activa o lo que llamamos movilidad “última milla”, que abarca desde caminar, utilizar la bicicleta o incluso desplazarse en vehículos como patinetes. Fomentar este tipo de movilidad impactará significativamente en la transformación de las ciudades, no solo reduciendo el impacto de los vehículos sobre el medio ambiente; sino que también mejorará la calidad y salud de las personas, algo crucial en un contexto que anticipa una población cada vez más envejecida.
Nuestra misión se centra en asistir a las ciudades en la mejora de la movilidad sostenible, propósito que abordamos de cuatro maneras:
"Se debe priorizar el transporte público y proporcionar las infraestructuras adecuadas, como carriles exclusivos y señalización o semáforos preferenciales, para dotar a este servicio de mayor velocidad, frecuencia y accesibilidad"
Los desafíos más relevantes en la movilidad urbana en Europa, y también en España, se pueden definir mediante dos aspectos fundamentales. El primero es convencer al usuario del vehículo privado para abordar la ineficiencia, teniendo en cuenta que la mayoría de ciudades europeas tienen una ocupación media aproximada de solo 1,2 personas por vehículo. Para superar este obstáculo, es crucial hacer que el transporte público sea más eficiente y atractivo para aquellos que no lo utilizan. Esto implica invertir en el transporte público y adoptar la multimodalidad, permitiendo a las personas combinar varios sistemas de transporte.
En segundo lugar, es importante enfrentarse al desafío de la ocupación del espacio urbano. Las ciudades ya no pueden considerar una calle simplemente como un carril central para vehículos con aceras. Se debe priorizar el transporte público y proporcionar las infraestructuras adecuadas, como carriles exclusivos y señalización o semáforos preferenciales, para dotar a este servicio de mayor velocidad, frecuencia y accesibilidad. Este enfoque es aplicable también a la bicicleta, donde se requieren carriles seguros, independientes y amplios, para adaptarse a la diversidad de bicicletas, desde las más sencillas, hasta eléctricas o cargo-bikes.
Además, para abordar el cambio climático, es crucial fomentar la adopción de modelos urbanos más sostenibles. La creación de carriles para bicicletas, por ejemplo, contribuye a la elección de formas de movilidad más sostenibles, reduciendo emisiones, ruido y otros impactos negativos en la movilidad urbana. La adaptación a estas nuevas necesidades también implica la provisión de suficiente espacio verde en las ciudades, contribuyendo así a convertirlas en refugios climáticos.
Si bien es cierto que muchas grandes ciudades están avanzando hacia estos objetivos, es necesario abordar los riesgos y retrocesos que se están observando en algunos consensos anteriores en Europa. Establecer acuerdos globales y mantener el compromiso con soluciones como carriles para bicicletas es esencial para avanzar hacia una movilidad urbana más sostenible y adaptada a los desafíos actuales.
Contamos con diversas iniciativas innovadoras que ya están generando un impacto significativo en la movilidad sostenible de la ciudad. Un buen ejemplo es nuestro proyecto de car-sharing en Vitoria, que comentaba anteriormente. También hemos lanzado, junto a la startup Zeabuz que opera en Estocolmo, el primer ferry autónomo, lo que proporciona numerosas ventajas al permitir una operación mucho más eficiente.
Otro proyecto destacado es en colaboración con nuestro partner SEAT y la empresa catalana Silence, con los que estamos llevando a cabo en varias ciudades europeas el proyecto piloto ECOSWAP para baterías intercambiables en motos, a fin de abordar el desafío de recargar motos eléctricas.
Además, hemos implementado vehículos autónomos de reparto de última milla, utilizando pequeños robots que realizan entregas de manera automática. Estamos llevando a cabo varios proyectos centrados en el transporte autónomo en ciudades como Hungría o Barcelona, entre otras.
Todos estos proyectos innovadores pueden parecer futuristas, pero ya están en fase de comercialización y son innovaciones que terminaremos viendo en nuestro día a día, puesto que están contribuyendo notablemente a la mejora de la movilidad sostenible.
Este estudio es especialmente relevante para las autoridades locales y ciudadanos, ya que presenta un enfoque transformador hacia la transición de la movilidad urbana en Europa. La conclusión clave que desprende este estudio, y que puede tener un impacto significativo, es que la transición a nivel europeo conlleva un coste aproximado de 86 mil millones de euros. Esta cifra destaca la magnitud del desafío y subraya la necesidad de que cada ciudad elabore un plan de inversión para abordar la transición.
El estudio propone una perspectiva estratégica, instando a las ciudades a considerar la inversión como un medio para reducir emisiones y mejorar la movilidad. Se destaca también la necesidad de que las ciudades busquen retornos a largo plazo en lugar de depender únicamente de financiamientos externos limitados, ya sea de Europa o del Ministerio central.
Otra de las sugerencias es que las ciudades diversifiquen sus fuentes de ingresos. Si bien algunas ciudades ya generan ingresos a través de actividades como el pago por uso de parques municipales o el pago por el aparcamiento, se argumenta que estas fuentes no son suficientes. Se enfatiza la necesidad de implementar políticas que permitan a las ciudades financiar el transporte público de calidad, para conseguir, por ejemplo, autobuses autónomos o en un futuro, de hidrógeno. Deben considerarse incluso las subvenciones para servicios de movilidad alternativos, como coches compartidos, al igual que ocurre ya con las bicicletas.
En definitiva, el estudio incita a las ciudades a pensar en un escenario para el año 2030, animándolas a planificar inversiones y a desarrollar estrategias para generar ingresos sostenibles, lo que implica la implementación de políticas de pago. Algunas de estas pueden resultar polémicas, como lo ha sido el cobro por entrar a la ciudad, una práctica ya existente en algunas metrópolis europeas como Estocolmo, Milán o Londres, que está obteniendo resultados muy positivos en la generación de ingresos, que luego se reinvierten en mejoras al transporte público.
"La transición hacia la movilidad sostenible tendrá un coste para Europa de 86 mil millones de euros, lo que evidencia la necesidad de que las ciudades planifiquen sus inversiones y desarrollen estrategias para generar ingresos sostenibles a largo plazo"
Hoy en día, uno de los mayores retos que enfrentamos en la movilidad es la disponibilidad de datos. Los datos sobre la movilidad de una ciudad son generados por diversas fuentes, que pueden ser tanto operadores públicos, como empresas de transporte público o taxis, como privados, como Uber.
Sin embargo, la falta de colaboración entre entidades públicas y privadas dificulta el intercambio de datos. La UE ha establecido un nuevo estándar denominado “espacio de datos” para abordar este problema. Se trata de un concepto algo complejo, pero cuyo objetivo central es crear una plataforma única a nivel europeo donde se almacenen todos los datos de ciudades y operadores de transporte, permitiendo un acceso más eficiente y compartido entre los Estados Miembros.
El mencionado estudio de EIT Urban Mobility explica cómo los espacios de datos ayudarán a mejorar la movilidad de las ciudades y la movilidad en general; y cuáles son los retos a abordar. Este nuevo enfoque garantizará la protección de datos y facilitará la planificación de viajes, ofreciendo soluciones integrales y servicios mejorados a los usuarios. Lo que esperamos, en términos prácticos, es que para 2030 los usuarios puedan viajar de una ciudad a otra, moviéndose entre países y utilizando diversos modos de transporte, sin la necesidad de descargar múltiples aplicaciones. Esto no solo mejorará la eficiencia de los servicios, sino que además reducirá notablemente el impacto medioambiental.
Además, se pretende que la implementación de espacios de datos no se limite a la movilidad; sino que también se aplique a sectores como la salud o la agricultura, entre otros. Este enfoque estratégico de la Comisión Europea busca proteger a los ciudadanos, las empresas y las instituciones.
Venimos de un período en el que parecía que la tecnología iba a resolver todos nuestros problemas. Bajo mi punto de vista, la tecnología para el ciudadano no necesariamente debe ser visible, pero sí lo tiene que ser para la ciudad. En la actualidad, tomar decisiones y diseñar ciudades del futuro sin tecnología es impensable.
Tomemos por ejemplo, el caso de los coches autónomos, que ya están circulando en algunas ciudades estadounidenses. Desde la perspectiva del ciudadano, puede resultar muy sorprendente al principio, pero progresivamente se acostumbrará a su presencia. Desde la perspectiva de la ciudad, esta tecnología puede ofrecer muchas ventajas, como la mejora de la seguridad y la gestión.
"Los 'espacios de datos' para la movilidad supondrán una mejora significativa de la eficiencia en los servicios de transporte y reducirán el impacto ambiental de los desplazamientos"
Es esencial comprender que la perspectiva de tecnología no se limita al ciudadano, sino que se extiende a aspectos generales a nivel ciudad, como son la seguridad o la accesibilidad. El gran reto para las ciudades es saber cómo utilizar y adaptar la tecnología de manera efectiva. Las transiciones tecnológicas son un desafío significativo para las administraciones públicas y las ciudades. Un ejemplo preciso es el mencionado tema de los espacios de datos, donde es difícil hacer entender que este cambio es beneficioso en muchos aspectos.
Si bien es cierto que la tecnología es crucial, es necesario considerar aspectos más amplios relacionados con su implementación. En Europa, nos enfrentamos a ciertas dificultades para adaptar rápidamente estas tecnologías, ya que somos menos disruptivos. Esto se ha evidenciado en casos como Uber, donde se han erigido barreras debido a diversos intereses, a menudo comerciales. Es crucial recordar que la ciudad es una entidad compleja, y la introducción de tecnología debe equilibrarse teniendo en cuenta diversos aspectos, como laborales y medioambientales. La tecnología, por tanto, es solo una parte de una compleja ecuación que implica también modelos de gobernanza, negocios y otras perspectivas, que deben abordarse de manera integral.
Aspiro a que la movilidad sea como un domingo. Cuando levantas un domingo ves las calles tranquilas, hay menos coches, la gente pasea más y tiene mucha necesidad de moverse. Me gusta pensar que el futuro debería de ser así todos los días. Aún puede sonar a utopía, pero estamos trabajando para lograr ciudades que respeten al ciudadano y donde este pueda vivir mejor.
En el caso de España, considero que estamos avanzando en buena línea. Contamos con una propuesta de ley de movilidad muy sólida y novedosa, que aborda temas muy relevantes. Lamentablemente no fue aprobada en la última legislatura, pero con la continuidad de gobierno existe la esperanza de que se apruebe próximamente. Además, destacamos como referentes en Europa en la implementación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), entre otras cosas. Las políticas actuales - como por ejemplo las inversiones en planes de recuperación, vehículos más sostenibles, autobuses eléctricos, etc. - están contribuyendo al avance en este ámbito.
"El gran reto para las ciudades es saber cómo utilizar y adaptar la tecnología de manera efectiva. Las transiciones tecnológicas son un desafío significativo para las administraciones públicas y las ciudades"
No obstante, aún necesitamos superar los desafíos pendientes. La implementación efectiva de esta ley de movilidad será el gran reto para nuestro país, y las ciudades y áreas metropolitanas desempeñarán un papel crucial en este proceso. Creo firmemente que España se encuentra en una posición destacada, nuestra participación activa -a escala nacional e internacional. demuestra nuestro compromiso y liderazgo en este campo, por lo que me siento optimista con respecto al futuro de la movilidad sostenible.
Mi consejo para las ciudades y sus tomadores de decisiones es que adopten una perspectiva a largo plazo. La movilidad urbana requiere esfuerzos coordinados y sinérgicos, puesto que los retos que enfrentamos son significativos y no podrán abordarse correctamente si se trabajan de manera aislada. Mi mensaje principal es, por tanto, reconocer la necesidad de colaboración entre diversos agentes y sectores - público y privado - para lograr mejoras sostenibles en la movilidad de las ciudades.
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