Un tercio de estas muertes podrían evitarse alcanzando una cobertura arbórea del 30%, según un estudio liderado por ISGlobal
Las ciudades son especialmente vulnerables a las altas temperaturas. La menor vegetación, la mayor densidad de población y las superficies impermeables de edificios y calles, incluido el asfalto, provocan una diferencia de temperatura entre la ciudad y las zonas circundantes, un fenómeno denominado isla de calor urbana. En vista del calentamiento global y el crecimiento urbano, se prevé que este efecto empeore en las próximas década, "convirtiéndose en una carga mayor para nuestros servicios de salud", asevera Tamara Iungman, investigadora de ISGlobal y primera autora de la investigación.
Un estudio de modelización publicado en The Lancet y liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación "la Caixa", estimó las tasas de mortalidad de las personas mayores de 20 años residentes en 93 ciudades europeas durante los meses de verano de 2015 y recopiló datos sobre las temeperaturas diarias y urbanas de cada ciudad, concluyendo en que más del 4% de las muertes que se producen en las ciudades durante la temporada estival se deben a las islas de calor urbanas.
Primero estimaron la mortalidad prematura simulando un escenario hipotético sin isla de calor urbana, y luego estimaron la reducción en temperaturas que se obtendría aumentando la cobertura de árboles hasta el 30%. De esta forma obtuvieron que, la temperatura podría reducirse en un 1,3ºC, lo que podría evitar hasta un tercio de las muertes.
El objetivo del estudio es pues, informar a los y las responsables de las administraciones locales de las ventajas de integrar zonas verdes en todos los barrios para promover entornos urbanos más sostenibles, resilientes y saludables", explica Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal.
También muestra la necesidad de preservar y mantener los árboles que ya tenemos porque son un recurso valioso y los árboles nuevos tardan mucho tiempo en crecer. "Además, no se trata sólo del número de árboles, sino también de cómo se distribuyen", afirma Nieuwenhuijsen.
Aunque el estudio solo solo analiza el efecto de los árboles sobre la temperatura, aumentar las áreas verdes en las ciudades tiene muchos otros beneficios para la salud, incluyendo el incremento en la esperanza de vida, la reducción de los problemas de salud mental y mejoras en la función cognitiva de las personas", añade.
"La vulnerabilidad al calor cambia de una ciudad a otra en función de varios factores. Comprender los beneficios de políticas como el aumento de la cubierta arbórea puede ayudar a fundamentar las medidas para reducir los riesgos y prevenir muertes evitables, especialmente con el cambio climático", argumenta Antonio Gasparrini, profesor de Bioestadística y Epidemiología en la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), otro de los autores del estudio.
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