Así lo revela un estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid que explora en qué medida las restricciones promueven o no el cambio
Disminuir la contaminación del aire producida por el tráfico rodado representa una de las principales acciones de los gobiernos nacionales y locales para mejorar la calidad del aire en las zonas urbanas. Investigadores del Centro de Investigación del Transporte (TRANSyT) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han llevado a cabo un estudio para explorar en qué medida las disposiciones que restringen el uso del vehículo privado −como las normas de estacionamiento en vía y la implementación de Zonas de Bajas Emisiones− fomentan el uso de vehículos ecológicos y promueven un cambio hacia modos de transporte más sostenibles en la ciudad de Madrid. Los resultados obtenidos pueden ayudar a los legisladores a implementar políticas que fomenten el transporte sostenible y aumenten la habitabilidad urbana
Cada vez son más las ciudades europeas que promueven estrategias de movilidad para reducir la contaminación atmosférica causada por el uso del vehículo privado y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. La gestión de aparcamiento y la implementación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) son estrategias frecuentemente utilizadas que pueden coordinarse fácilmente entre sí. Mientras que la gestión del aparcamiento se utiliza para limitar el estacionamiento, las ZBE tienen como objetivo mejorar la calidad del aire al mantener los vehículos contaminantes fuera de una zona específica. Madrid ha puesto en marcha múltiples estrategias de transporte destinadas a mejorar la calidad del aire durante los últimos años. Entre ellas, se destaca el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) y una ZBE conocida como "Madrid Central" (denominada ahora Zona de Bajas Emisiones de Especial Protección del Distrito Centro), que restringe la oferta de aparcamiento y el uso del coche en el centro de la ciudad.
Mediante una encuesta a los ciudadanos de Madrid, en el estudio se ha explorado el efecto de las estrategias sobre la elección del modo transporte y el uso del aparcamiento. El cuestionario se dirigió a ciudadanos residentes en el área metropolitana de Madrid que tuviesen carné de conducir en el momento del sondeo. La muestra se ajustó en función de las características sociodemográficas del municipio para evitar posibles sesgos. Una vez obtenidos los datos se emplearon modelos estadísticos para analizar las relaciones entre diferentes características como el número de coches en el hogar, la pegatina ambiental de los coches disponibles, el modo de transporte más usado, la utilización del SER y el impacto de la aplicación de “Madrid Central”.
Los resultados de la investigación demuestran que la aplicación de la ZBE y la regulación del aparcamiento influyen en que los ciudadanos cambien a modos de transporte más sostenibles, aunque esta tendencia puede variar dependiendo de características socioeconómicas de los ciudadanos como la edad y los ingresos. Por ejemplo, las personas con mayores ingresos no se plantean cambiar sus hábitos de movilidad ligados al uso del coche y no tienen problema en pagar más por su uso, ya sea adquiriendo vehículos más limpios o pagando garajes privados. Esto muestra la falta de equidad de las estrategias implementadas ya que quienes tienen mayores ingresos pueden continuar con sus hábitos de movilidad cotidiana, mientras que las familias con menos recursos se ven obligadas a cambiar a otras opciones.
Como señala Juan Nicolás González, uno de los investigadores que ha participado en el estudio, “los procedimientos utilizados hasta ahora pueden ser reforzados con medidas complementarias que mitiguen la inequidad en el futuro como disminuir la oferta de aparcamiento para ampliar el espacio público urbano y, de este modo, proporcionar un entorno más habitable para todos”.
Adicionalmente, debido a los beneficios concedidos a los coches más limpios, los ciudadanos que poseen estos vehículos (generalmente con mayor renta) no muestran intención de cambiar al transporte público o a la movilidad activa. Aunque una mayor adopción de vehículos limpios puede contribuir a mejorar la calidad del aire en las zonas urbanas, esto puede convertirse en un arma de doble filo en el futuro. Si la flota de vehículos limpios sigue creciendo, la congestión se convertirá en una amenaza para la calidad de vida a mediano y largo plazo.
“Para garantizar un cambio hacia modos de transporte sostenibles en el futuro, parecen necesarias medidas adicionales como la tarificación urbana, el fomento de la movilidad colaborativa y la reorganización del espacio urbano para hacer más habitables las ciudades”, concluyen los investigadores.
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