Debido a las fuertes exigencias de uso, que se suelen requerir a las zonas deportivas, públicas y privadas, es cada vez mayor la necesidad de dar un mantenimiento a la superficie de juego, para que conserve un buen nivel de juego y sea segura para los jugadores. Desafortunadamente, estas instalaciones rara vez tienen los recursos o el presupuesto para cumplir con esta tarea, así que los campos comienzan a degenerarse y se vuelven inseguros, haciendo que se tienda a buscar soluciones de menor mantenimiento. En este contexto el césped artificial se presenta como una excelente opción. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la instalación de este tipo de superficie no significa cero mantenimiento y cero consumo de agua. Es imprescindible realizar labores de mantenimiento si se quiere alargar la vida útil del terreno de juego y amortizar debidamente su instalación.
Dentro de las tareas de mantenimiento, el riego es uno de los factores a tener en cuenta. En principio, regar césped sintético podría parecer un contrasentido, y a menudo los instaladores, ayuntamientos y clubs deportivos preguntan a las empresas de riego como Hunter si realmente hace falta regar las zonas de juego de césped artificial. La experiencia generada, después de años de manejo de este tipo de superficies, es un sí rotundo.
Para muchos, la razón principal es proporcionar limpieza. La necesidad de limpieza se genera casi inmediatamente, ya que las actividades de construcción en el campo y sus alrededores crean cantidades considerables de polvo y suciedad. A esto se le debe añadir polvo en suspensión en el aire, lluvias de barro, rotura del material de relleno etc., que ensucian el césped y pueden, incluso, hacer insalubre el juego en superficies de este tipo. Un riego regular para limpiarlo es preciso, ya que facilita que estas partículas de polvo se depositen en el fondo del césped y sean arrastradas hasta las zonas de drenaje.
Para otros, la reducción de la alta temperatura que se genera en la zona de juego es la razón principal para regar un campo de deportes de césped artificial. Aunque los campos sintéticos actuales presentan muchas ventajas sobre sus predecesores, también en ellos el calor que se produce con altas temperaturas, es un problema para jugadores y espectadores. Un día soleado y sin nubes con temperaturas ambientes de 25°C puede producir temperaturas de 50°C en el campo. El riego puede reducir drásticamente la temperatura en cuestión de minutos. Desafortunadamente, esta reducción de calor es de corta duración ya que la temperatura comenzará a aumentar lentamente después del ciclo de riego y también lleva aparejada un aumento de la humedad del campo, produciendo una combinación incómoda debido al calor elevado y a la humedad alta. Este delicado equilibrio nos obligará, en instalaciones de alto uso, a tener que regar no sólo entre partidos, sino también durante el periodo de medio tiempo.
Por último, está claro que el riego, tanto en campos de césped natural como artificial, mejora la velocidad de rodadura de la pelota y evita abrasiones en los jugadores en caso de caídas o resbalones durante el juego.
Una vez justificada la necesidad de regar los terrenos de juego de césped artificial, analicemos las preguntas siguientes. ¿Qué tipo de instalación es la más conveniente? ¿Aspersores aéreos o enterrados?
La cantidad y configuración de los aspersores utilizados para el riego con césped sintético puede variar, pero debido a que los aspersores no se pueden colocar dentro del terreno de juego, todos los aspersores que se utilicen deberán ser de largo alcance y se instalarán alrededor de la zona de juego. En general, la mayoría de los campos están diseñados con seis aspersores (tres a lo largo de cada línea lateral) u ocho aspersores (cuatro a lo largo de cada línea lateral). Ciertamente hay excepciones, y algunos diseñadores prefieren colocar un aspersor detrás de la portería en cada extremo del campo. Los planos incluidos son simplemente orientativos y en ningún caso pueden considerarse como planos utilizables para instalaciones reales.
Las configuraciones de seis aspersores requieren aspersores de alta presión (hasta 8 bar para poder trabajar eficazmente). Parece que hay una tendencia creciente entre los diseñadores a usar la configuración de ocho aspersores, utilizando boquillas más pequeñas y de menor caudal que pueden funcionar eficazmente a presiones más bajas y reducir el diámetro de las tuberías, con el consiguiente ahorro en el coste de la instalación.
En el pasado, muchos sistemas de riego de césped artificial incluían aspersores aéreos (instalados sobre una tubería a una altura variable, adaptándose a las condiciones del terreno de juego. Estos sistemas AÉREOS son a veces la opción más adecuada cuando se instala el riego en un campo de césped artificial ya existente, ya que minimizan costes de instalación.
Como alternativa a estos sistemas aéreos, están los que se instalan bajo la superficie (un porcentaje muy elevado en las nuevas instalaciones es así). Esto crea una instalación mucho más limpia y estética cuando los aspersores emergentes forman parte del diseño. Sin embargo, este atractivo estético también conlleva algunos retos. Los campos de deportes sintéticos bien diseñados e instalados, requieren una superficie con una nivelación casi perfecta, para evitar posibles accidentes en caso de tropezar, en caso de reparación hay que cambiar el césped de la tapa y no siempre queda igual que el material colindante. Por esta razón, se intenta evitar colocar los aspersores directamente enterrados en la superficie sintética y en su lugar, se están utilizando sistemas con arquetas subterráneas para proporcionar acceso al sistema de riego sin tener que alterar la integridad de la superficie sintética.
En cualquier caso, siempre se recomienda que la instalación así como las tareas de mantenimiento se hagan con un instalador de probada experiencia en el manejo de este tipo de superficies.
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