Artículo de Pedro Calaza Martínez, Presidente de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos
“Ser o no ser, esa es la cuestión” es la primera frase del soliloquio del personaje Hamlet. Representa la pregunta esencial de la experiencia humana, afligida por el binomio voluntad y realidad. Pero ¿Cómo podemos interpretar "ser o no ser, esa es la cuestión"? Lo que está claro es que es consecuencia del conflicto interior del personaje ante los hechos acaecidos y las dudas que le asaltan. En el ámbito de la infraestructura verde también hay unos hechos, una voluntad y unas dudas, existe una realidad que a veces condiciona en demasía su implantación. Ser o no ser puede expresar el sentido dilemático de su existencia, las inquietudes ante su implementación y gestión.
Centrándonos en la infraestructura verde urbana y periurbana, queda mucho camino por recorrer y escollos que salvar, tanto en planificación, como en diseño, ejecución y gestión.
Pero antes de abordar las dudas, revisemos el proceso: como sabemos, la infraestructura verde ha sido empujada con más énfasis desde hace 10 años cuando la Unión Europea publicó su Estrategia y subrayó su importancia en el medio urbano donde vive más del 60% de la población. El Estado español la incorporó en su ordenamiento jurídico en la Ley 33/2015 y finalmente publicó la Estrategia Nacional de Infraestructura verde y de la conectividad y restauración ecológicas en julio de 2021 (https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/ecosistemas-y-conectividad/infraestructura-verde/infr_verde.html). Ahora, según se recoge en la misma ley, estamos en el plazo para que las comunidades autónomas publiquen las suyas, antes de julio de 2024, es decir, nos quedan pocos meses, mucho trabajo y, como dice un buen amigo, un compromiso para evangelizar sobre sus bondades y necesidad. De forma paralela, algunos ayuntamientos están redactando y publicando las estrategias de escala municipal; eso sí, con mayor o menor acierto. Y lo expongo de esta manera porque si bien es cierto que hay voluntad, como decía Hamlet, hay también muchas dudas conceptuales, de contexto y de enfoque, hay una desconexión voluntad-realidad. Desde mi punto de vista, hay demasiadas interpretaciones parciales de lo que realmente significa y aporta, y ocurre a diferentes escalas territoriales y administrativas.
Una infraestructura verde urbana no es lo mismo que un sistema de espacios verdes, no es un sistema satelizado de parques y jardines, no es una imagen fija del territorio a analizar, sino que debe ser un planteamiento con funcionamiento ecosistémico. Una estrategia de infraestructura verde no es un medio para captar financiación, sino la propia esencia, el propio fin para mejorar la vida urbana.
Centrándonos en la infraestructura verde urbana y periurbana y tratando de exponer algunas dudas, debo decir que todavía queda mucho camino por recorrer y escollos que salvar, tanto en planificación, como en diseño, ejecución y gestión. Vayamos por partes, en lo concerniente a planificación, una infraestructura verde urbana no es lo mismo que un sistema de espacios verdes, no es un sistema satelizado de parques y jardines, no es una imagen fija del territorio a analizar, sino que debe ser un planteamiento con funcionamiento ecosistémico, que muchas veces no se contempla o, por lo menos, como se debería. Una estrategia de infraestructura verde no es un medio para captar financiación, sino la propia esencia, el propio fin para mejorar la vida urbana. Y ello también pasa en el diseño, normalmente no se incluye el proceso natural como ingrediente en la metodología de lanzamiento de proyectos, claro está que requiere un esfuerzo extra por parte de los proyectistas y un conocimiento que deben interiorizar y, precisamente en este plano, hago un llamamiento expreso a la formación especializada. La Fundación Biodiversidad ha publicado un interesante estudio (https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/recursos/pag-web/estudio-empleo-transicion-ecologica.html) donde se pone de manifiesto la necesidad de que en los próximos años haya profesionales en el campo del paisajismo, de la ingeniería agrónoma, de la biología, urbanistas, etc., todo ello en coherencia con la filosofía de transición ecológica, para atender las necesidades del mercado, un mercado cada vez más exigente que demanda conocimiento, praxis y ciencia. Resulta evidente que, salvo escasas excepciones, en España tenemos un vacío formativo importante, es una asignatura pendiente que todavía no está resuelta a todos los niveles: universitario, formación profesional o formación más básica.
En cuanto a la ejecución de proyectos, de obras verdes, de soluciones basadas en la naturaleza, hay que romper la lectura única dominada por la estética del espacio para incorporar una más amplia en la que se entiendan, optimicen y protejan los servicios ecosistémicos de otros tipos, buscando un equilibrio que satisfaga las preferencias y necesidades de los usuarios y la lógica ecológica. Las ciudades requieren espacios multifuncionales y que ofrezcan un plus de resiliencia, de refugio climático, de funcionamiento natural, y en este aspecto es en donde, de nuevo, pecamos al no hacer seguimientos, monitoreos, etc. En infraestructura verde trabajamos en cuatro dimensiones, no en tres…
En cuanto a la ejecución de proyectos, de obras verdes, de soluciones basadas en la naturaleza, hay que romper la lectura única dominada por la estética del espacio para incorporar una más amplia en la que se entiendan, optimicen y protejan los servicios ecosistémicos de otros tipos, buscando un equilibrio que satisfaga las preferencias y necesidades de los usuarios y la lógica ecológica.
Un apartado aparte merece la gestión, como bien sabemos, en España hay una importante cantidad de ayuntamientos que la contratan a empresas del sector. Lamentablemente, muchos de los pliegos de condiciones son todavía anacrónicos y reflejan una mirada hacia atrás en el entendimiento de la conservación y mantenimiento de espacios verdes, es más, a veces la infraestructura verde solo aparece en el título de los pliegos, vendemos o queremos vender algo que realmente no existe, ni en la mente de sus redactores. Es habitual, por ejemplo, encontrar referencias a aspectos técnicos que se han demostrado inadecuados o erráticos como en el apartado de gestión de arbolado. Como críticas, no se prima la excelencia técnica ni el conocimiento ni los aportes contemporáneos, seguimos en el escenario en el que las bajas económicas imperan en el proceso, donde no es posible construir una infraestructura verde por la perversión del sistema, en muchos casos por las limitaciones temporales, técnicas y económicas.
Un apartado aparte merece la gestión, lamentablemente muchos de los pliegos de condiciones son todavía anacrónicos y reflejan una mirada hacia atrás en el entendimiento de la conservación y mantenimiento de espacios verdes.
Quiero acabar estas líneas con la exposición de las tres G que denotan mala praxis en las diferentes fases del proceso de infraestructura verde y que se han identificado en el sector: Gisificación: la infraestructura verde no es tener datos y utilizar un sistema de información geográfica, eso es un medio y no un fin; Greenwashing: la infraestructura verde no debe ni puede utilizarse como medio de rédito económico o político, es una responsabilidad para nuestro futuro y no debe ser una mera capa superficial o maquillaje ecológico y, Gentrificación ecológica: lamentablemente una mala estrategia de infraestructura verde genera procesos que potencian las desigualdades espaciales, sociales y económicas.
Por tanto, el dilema hamletiano de voluntad y realidad debe ser resuelto con vehemencia, con conocimiento, con buena praxis, con generosidad para que la infraestructura verde sea un Ser (o estar) más que un No ser. En eso estamos…
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