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Ciudades verdes: trazando el camino hacia este nuevo paradigma de sostenibilidad urbana

En los últimos años la puesta en valor del verde en las ciudades se ha reforzado notoriamente, y una de las principales razones de la popularidad de la denominada infraestructura verde urbana es su poder para encarar simultáneamente múltiples de los retos más importantes a los que hacen frente las ciudades

Ciudades verdes: trazando el camino hacia este nuevo paradigma de sostenibilidad urbana
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Publicado en:

208. Segundo trimestre (2024)
NÚMERO 208


ARCHIVADO EN:

Medio Ambiente

06/09/2024

TEMAS

Urbanismo

Sostenibilidad

A pesar de que España es uno de los países con mayor diversidad biológica de la Unión Europea, el país está experimentando una acelerada pérdida de biodiversidad, debido en gran medida al modelo de desarrollo predominante. Ante este acusado fenómeno, cada vez son más los territorios que se suman a la ya imparable oleada de reverdecimiento urbano, abogando por modelos de convivencia más amables, conectados con la naturaleza y descarbonizados. En concreto, el auge de este fenómeno responde, por un lado, a una mayor conciencia ciudadana sobre la importancia de la sostenibilidad y el cambio climático y, por otro, a la constatación de que integrar soluciones basadas en la naturaleza actúa como mitigador de los efectos del cambio climático y como catalizador del crecimiento económico, al atraer inversiones, generar empleo y proporcionar beneficios para la salud, entre otros. De hecho, diversos estudios y casos reales han constatado que invertir en infraestructura verde, más allá de lograr soluciones eficaces y beneficiosas para el medio ambiente, es capaz de potenciar las economías locales.

En este reportaje contamos con la opinión de tres actores de diferentes sectores para abordar de manera multidisciplinar la irrupción, el desarrollo y la implantación de proyectos de infraestructura verde en el ámbito urbano. Sean Goodwin, investigador en el Basque Centre for Climate Change (BC3), invita a la reflexión desde su perspectiva investigadora; José Ignacio Asensio, diputado de Sostenibilidad de Gipuzkoa, ofrece un punto de vista regional sobre el tema; y la Red de Gobiernos Locales +Biodiversidad, perteneciente a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), lo hace desde este otro nivel. En conjunto, los tres plasman su opinión y sintetizan los aspectos principales de este nuevo modelo de desarrollo urbano verde. A continuación, hablamos de los múltiples beneficios que ofrece su despliegue a gran escala, las barreras que encuentra este modelo urbano sostenible y las políticas que lo impulsan en mayor grado.

 

El auge del verde urbano

Actualmente, la previsión de futuro para las ciudades va más allá del emocionante cambio de paradigma que acontece gracias a las tecnologías digitales, y tiene que ver con el incremento de los impactos del cambio climático, cuya intensidad y frecuencia se estima que tenga una repercusión significativa sobre la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que ésta provee. En entornos tan vulnerables a las alteraciones climáticas como son las ciudades, donde la infraestructura gris tiene un claro predominio frente a los espacios verdes, la naturaleza se proyecta como un aliado imprescindible para garantizar la calidad de vida de los ciudadanos. Auspiciada por la necesidad de hacer frente a las problemáticas propias de entornos densamente poblados y edificados, en los últimos años ha ido cogiendo cada vez más fuerza la idea de integrar elementos naturales que aminoren dichos impactos. 

Por tanto, la planificación urbana sostenible, cuyo fin no es otro que alcanzar el más alto grado de resiliencia y adaptación climática, debe encaminarse hacia la integración conjunta de distintos tipos de soluciones basadas en la naturaleza. Sean Goodwin comenta que, a pesar de que la infraestructura verde tiene potencial para abordar múltiples riesgos climáticos, la investigación de BC3 encontró que la mayoría de los proyectos en ciudades parecen estar enfocados en abordar los impactos climáticos relacionados con las inundaciones y el calor. No obstante, estas medidas, como pueden ser, el aumento de la cobertura vegetal o las fachadas verdes, tienen además otros beneficios que no están directamente relacionados con el cambio climático, como la mejora de la biodiversidad y el bienestar humano. 

 

La infraestructura verde contribuye a la salud pública, la economía local y la cohesión social, haciendo que las ciudades sean más habitables y atractivas.

 

Para Goodwin, la infraestructura verde resulta innovadora porque aquellas intervenciones más pequeñas y discretas pasan a formar parte integral de las grandes redes de zonas verdes en las ciudades, mitigando la necesidad de contar con amplias extensiones de terreno. Ejemplo de ello son las estrategias como los cinturones verdes o los corredores ecológicos, que intentan unir componentes ecológicos de la ciudad y que, como indica el investigador, dependen en gran medida del reconocimiento político de la rentabilidad de la infraestructura verde y el potencial de beneficios multifuncionales que pueden aportar, además de la financiación de programas que la fomenten. 

En este mismo sentido, desde la Red de Gobiernos Locales +Biodiversidad afirman que la infraestructura verde, además de ayudar en la lucha contra el cambio climático, también proporciona beneficios directos sobre el municipio, incrementando sus valores culturales y paisajísticos, fomentando el turismo y permitiendo la creación de nuevos puestos de trabajo, a la vez que facilita la transición hacia una movilidad sostenible, con la creación y el mantenimiento de infraestructuras peatonales y ciclistas, permitiendo en definitiva la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible del municipio.

Representando el lado que concierne a la política, y más concretamente al territorio de Gipuzkoa, José Ignacio Asensio sostiene que la administración local debe actuar como promotora de las infraestructuras verdes como una medida de adaptación al cambio climático; lo cual aporta, además, un incremento en el bienestar y la calidad de vida de la población, mejorando los distintos índices de salud. “A su vez, genera una reconexión con la naturaleza y un incremento de la calidad paisajística de los espacios. Nuestro bienestar, nuestra salud y nuestra economía dependen del estado de conservación de los ecosistemas”, sintetiza Asensio.

En el caso concreto de Gipuzkoa, la estrategia del territorio para luchar contra el cambio climático busca promover una red de infraestructuras verdes y desfragmentar el territorio; con el doble objetivo de restaurar y renaturalizar las áreas degradadas y promover infraestructuras verdes urbanas a fin de fomentar la conectividad ecológica con los distintos espacios periurbanos y rurales. Concretamente, el Plan de Infraestructura Verde de la Diputación Foral de Gipuzkoa se centra en mejorar la resiliencia del territorio ante el cambio climático, garantizar la conectividad ecológica, desfragmentar el territorio y facilitar el contacto de las personas con el medio natural.

 

 

 

Aliado esencial contra el cambio climático

¿Cuáles son las principales estrategias con las que se está trabajando para adaptar las ciudades y hacerlas más robustas frente a las inclemencias climáticas? La acción se está canalizando en torno a reducir el impacto de las inundaciones, proporcionar una mayor biodiversidad en las calles, mejorar el bienestar de los residentes mediante un mejor acceso a la naturaleza, lograr un aire potencialmente más limpio y alcanzar un mayor confort térmico. Una amalgama de beneficios que no vienen exentos de retos, entre los que se incluyen la fragmentación del territorio, la necesidad de coordinación entre diferentes niveles de gobierno y actores locales, la obtención de financiación adecuada para proyectos a gran escala o la capacidad de adaptación de las infraestructuras existentes para incorporar elementos verdes. A ello se suma la necesidad de sensibilizar a la población y lograr su participación activa en el mantenimiento y uso de estas
infraestructuras.

Goodwin remarca que para fomentar la adopción de infraestructura verde en las ciudades es necesario, entre otras cosas, establecer objetivos creíbles como punto de partida. “Unos objetivos que tengan sentido y estén basados en datos fiables, de manera que cuando se implante satisfaga necesidades reales”. Además, es necesario contar con sistemas para supervisar de forma fiable el proceso de implantación, evaluar si está teniendo el impacto deseado, informar de manera transparente sobre los progresos a los agentes pertinentes, incluidos los ciudadanos, y aprender activamente de las mejores prácticas y de las áreas de mejora que se descubran por el camino. 

 

"Debemos cultivar una cultura de experimentación y curiosidad que obligue a actuar con valentía contra el cambio climático a pesar de la incertidumbre", destaca Sean Goodwin, investigador en el Basque Centre for Climate Change (BC3).

 

Entonces, ¿qué se necesita para fomentar la adopción de infraestructura verde en las ciudades? A tal cuestión Asensio responde que la acción debe canalizarse a través de políticas públicas que promuevan la planificación integrada, la financiación de proyectos verdes y la colaboración entre distintos niveles de gobierno y sectores de la sociedad. “En España, la situación actual muestra un creciente interés y apoyo a través de subvenciones, programas de restauración ecológica y políticas que incentivan la integración de soluciones basadas en la naturaleza en la planificación urbana”. Prueba de ello es que el país cuenta desde 2021 con su propia Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas, un marco administrativo y técnico cuyo fin es armonizar la implantación y el desarrollo de las actuaciones relacionadas con estos ámbitos en el conjunto del territorio español.

Teniendo en mente el objetivo de la Unión Europea de alcanzar la neutralidad climática en el año 2050, la Red de Gobiernos Locales +Biodiversidad indica que para lograrlo no es suficiente el desarrollo de normativa específica, sino que se deben impulsar políticas que actúen en los ámbitos que contribuyen a reducir los gases de efecto invernadero: movilidad, edificación, economía circular, infraestructura verde, etc. Junto con ello, tildan de fundamental la implicación de la ciudadanía: “es la propia ciudadanía el motor principal del cambio, por lo que desarrollar políticas de concienciación y participación ciudadana es prioritario”.

 

Las políticas públicas deben promover la planificación integrada, la financiación de proyectos verdes y la colaboración entre distintos niveles de gobierno y sectores de la sociedad.

 

 

Pilares de la ciudad de futuro

Si bien para promover el desarrollo y la creación de áreas verdes en el entorno urbano deben incorporarse necesariamente criterios de sostenibilidad, para su óptimo mantenimiento y gestión, la integración de sistemas inteligentes se posiciona actualmente como gran aliado. Las nuevas tecnologías permiten recopilar datos y automatizar procesos que ayudan en la toma de decisiones basada en información precisa, lo que está transformando el funcionamiento de las ciudades. Entre las más notorias encontramos sensores para el monitoreo ambiental, sistemas de riego inteligentes, plataformas de gestión de datos para la toma de decisiones con información en tiempo real o aplicaciones móviles de participación ciudadana.

Todo ello enfocado en un último eslabón fundamental: el bienestar de la ciudadanía. “No podemos concebir una ciudad del futuro que no integre la infraestructura verde como elemento fundamental. Podemos suponer que el nuevo modelo urbano ofrecerá una gran calidad de vida a la ciudadanía, permitiéndole disfrutar de una gran variedad de infraestructuras verdes en su entorno”, explican desde la Red de Gobiernos Locales +Biodiversidad. Un mayor bienestar que va acompañado de una apuesta reforzada por mejorar la eficiencia energética, incrementar el número de cubiertas verdes y mejorar y adaptar al cambio climático los espacios públicos de la ciudad.

José Ignacio Asensio proyecta la urbe del futuro como un territorio resiliente y sostenible, con una red de infraestructuras verdes bien establecida que conecte áreas naturales, seminaturales y urbanas. Aterrizado sobre su ámbito de actuación, Gipuzkoa, la ciudad contará con elementos como corredores ecológicos, áreas naturales restauradas y tecnologías avanzadas para la gestión ambiental. “Además, se habrán eliminado o reducido significativamente los elementos que fragmentan el territorio, como infraestructuras grises ineficientes y prácticas insostenibles, favoreciendo un entorno que prioriza el bienestar de las personas y la conservación de la naturaleza”, afirma.

 

"Las leyes son un motor principal de cambio al establecer marcos obligatorios y proporcionar financiación para la implementación de proyectos", afirma José Ignacio Asensio, diputado de Sostenibilidad de Gipuzkoa.

 

Desde el BC3, inmersos en un proyecto enfocado en dar respuesta a la evolución proyectada para las ciudades en el futuro, Sean Goodwin explica que una ciudad bien adaptada al cambio climático debe asegurar que los conocimientos de múltiples actores y ámbitos de la sociedad se incluyen de forma significativa en los procesos de toma de decisiones y diseño de las ciudades en general; prestar más atención a los enfoques actuales y anteriores de adaptación, mediante infraestructuras verdes; y centrarse en cultivar una cultura de experimentación y curiosidad que obligue a actuar con valentía contra el cambio climático a pesar de la incertidumbre.  


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