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Hirviendo la rana. Urbanismo táctico y supermanzanas de un modelo en transición

Hirviendo la rana. Urbanismo táctico y supermanzanas de un modelo en transición
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Publicado en:

194. Cuarto Trimestre (2020)
NÚMERO 194


ARCHIVADO EN:

Urbanismo

26/03/2021

TEMAS

Urbanismo

Barcelona

✍️ Josep Bohigas, Arquitecto y director de Barcelona Regional y de la Agencia de Ecologia Urbana / 📥 Puedes descargar el artículo completo en PDF aquí.


En el 2003, en el estudio BOPBAA tuvimos la suerte de trabajar para Salvador Rueda y la Agencia de Ecología Urbana, con el encargo de proyectar diversos escenarios derivados de la transformación del espacio público al aplicar la estrategia de las Supermanzanas. Previamente, Salvador nos hechizó con la propuesta y nos enrolamos a la causa entusiasmados, con la arrogante seguridad que podíamos enriquecer la estrategia aportando nuevas perspectivas desde el urbanismo y la arquitectura.  Enseguida secundamos la radicalidad del plan para una ciudad que todavía estaba exprimiendo las últimas gotas de los éxitos olímpicos, y, aunque seguía exhibiéndose como ejemplo de transformación urbana, la ciudad mostraba síntomas preocupantes de extenuación de un modelo que no atendía las crecientes y graves desigualdades.  Barcelona necesitaba ser urgentemente reciclada, y la teoría de las Supermanzanas ponía encima de la mesa un plan radical y factible. 

Al mismo tiempo – y quizás con un poco de presunción - también creímos que, a la teoría sistémica del plan, le faltaba la atmósfera, el tono y la emoción del proyecto adaptado.  Pensábamos, que la propuesta era todavía demasiado diagramática y que no podía “industrializarse” repitiéndose sin mas hasta los confines de la ciudad.  Su despliegue, debía poder incorporar la gestión del “mientras tanto” y un ejercicio de ajuste permanente a las necesidades concretas de cada lugar, y desde ahí, desplegar nuevas posibilidades que el propio sistema permitía.  

El trabajo que desarrollamos lo seguimos recordando 17 años después como uno de los proyectos mas intensos que hicimos en el estudio, donde aprovechamos la radicalidad del esquema de las Supermanzanas para proponer escenarios mas complejos, convencidos que estaban en sintonía con la idea original de Salvador:  nuevas funciones en las nuevas plazas y calles, nuevas materialidades, mayor permeabilidad con los edificios, acciones de urbanismo efímero (entonces todavía no existía el término de “urbanismo táctico”); saltos de escala enlazando supermanzanas con ejes cívicos y verdes; nuevas tipologías de comercio y de vivienda en relación con el espacio público, aumento de densidades con “remontas” de vivienda social (para ganar masa crítica en barrios como el  del 22@, donde  también propusimos un caso piloto)…  Propuestas que, en cierta medida, aterrizaban el esquema original incorporando nuevas perspectivas sociales, mas allá de la jerarquización de la movilidad y de la indudable mejora de la sostenibilidad ambiental.

 

Propuestas del estudio BOPBAA para la estrategia de las supermanzanas (año 2003)

 

Recuerdo explicárselo todo de golpe a Salvador Rueda, con la misma pasión con la que él nos explico meses antes su estrategia general… Pero enseguida nos dimos cuenta de que nuestra propuesta no iba en la dirección de lo que el demandaba, ya que no se adaptaba a la necesidad de tener una táctica mas sosegada o al menos, mas centrada en la estricta urbanización de los espacios, para poder así, ir convenciendo gradualmente a los políticos y a la opinión pública.

Vaya, que nos equivocamos…, y para que lo entendiésemos, Salvador nos lo ilustró con una historia cruel, pero muy grafica:

¿Sabéis como se hierve una rana? -nos preguntó-

Si ponemos una rana en una olla con agua hirviendo, inmediatamente salta y sale, pero si la ponemos en agua a temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila y a medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida y aunque nada se lo impide, se queda ahí y hierve.

Han pasado muchos años desde el 2003, y tenemos a una rana - el plan de las supermanzanas- que esta costando que hierva, pero si vamos percibiendo como se calienta el agua y el ambiente. El debate ya está en la calle y en los últimos años, se han acrecentado las quejas de la oposición política, de ciudadanos, de ciertos poderes fácticos vinculados al sector del motor, y de algunos comerciantes, que se resisten a cambiar de modelo, porque ven perjudicados sus intereses.  Pero no son los únicos que se han quejado.  Simultáneamente, también se escuchan reivindicaciones de otros colectivos en la dirección contraria, reclamando políticas mas valientes y sobretodo, mas veloces, que cambien un modelo de ciudad caduco, monopolizado por el vehículo privado, que amenaza al planeta y a la salud de mucha gente. 

 

No se trata de apelar a la “ciudad modelo” preocupada esencialmente por “ponerse guapa”, sino que exige “ponerse sana” urgentemente, mitigando la injusticia socio espacial y ambiental acuciante.

 

Pasitos insuficientes para unos, y zancadas excesivas para otros, que en cualquier caso han permitido volver a poner el “modelo de ciudad” en el centro de todas las discusiones.  Y esta vez, no se trata de apelar a la “ciudad modelo” -o supermodelo- preocupada esencialmente por “ponerse guapa” (como clamaba el famoso slogan barcelonés de antaño), sino que exige “ponerse sana” urgentemente, mitigando la injusticia socio espacial y ambiental acuciante.

Uno de los pasos mas determinantes para aplicar el plan, fue la implantación progresiva de la red ortogonal de autobuses (2012-2018), que jerarquizó la trama para el despliegue del transporte público en superficie, basado en el esquema de las supermanzanas. Pero mas recientemente experimentamos por fin, las primeras transformaciones efectivas del espacio público, con la supermanzana piloto en el Poble Nou (2016), donde se organizó tácticamente la primera aplicación en el ensanche, y en la de Sant Antoni (2019), implementándose de una manera mas estructural alrededor del mercado recientemente rehabilitado.  

A estas transformaciones iniciales, se le han sumado las múltiples acciones tácticas de emergencia durante la pandemia, que han permitido pacificar calles, ampliar aceras o extender carriles de bicicleta, acelerando los procesos ya iniciados con las supermanzanas, y alineándolos con las futuras transformaciones menos provisionales. 

 

De la supermanzana piloto del Poble Nou a la de Sant Antoni

En septiembre del 2016, el colectivo CTPA (Corporació de Tallers de Projectes Arquitectònics), formado por mas de 200 alumnos de distintas escuelas de Arquitectura, con la Agencia de Ecología Urbana y el distrito de Sant Martí, nos lanzamos a ejecutar una prueba táctica de la primera supermanzana durante las fiestas del barrio del Poble Nou. 

Para realizar la acción, el Ayuntamiento preparó el terreno ejecutando de un día para otro, actuaciones básicas que tuvieron como objetivo, permutar la jerarquía del tráfico de las calles, generando una serie de cambios en las señalizaciones y los sentidos de circulación, prohibiciones de paso según tipo de vehículo, racionalización del aparcamiento, regulación de la distribución de mercancías y desvíos del recorrido de los autobuses que cruzaban por dentro de la supermanzana piloto.

Una vez preparado el terreno llegaron las actuaciones tácticas de bajo (o nulo) presupuesto, temporales y reversibles, que permitieron empezar a poner a prueba el modelo. Actuaciones radicales en su propósito, pero ligeras en cuanto a la transformación física sobre las calzadas y las aceras existentes, sin ejecutar grandes obras, implantando la transformación a través de medidas de gestión, mobiliario urbano y pintura e incluyendo la dinamización de los espacios. 

 

La supermanzana piloto de Poble Nou constaba de instalaciones sencillas y supuso el inicio del debate público sobre el modelo. A partir de esta experiencia se siguió evolucionando la idea para el desarrollo del resto de supermanzanas previstas en la ciudad.

 

Las acciones principales se centraron en los cuatro espacios de los cruces en el interior de la supermanzana. Cada uno fue tematizado por un grupo de estudiantes, y activado por diversos colectivos ciudadanos, vinculándolos a cuatro derechos fundamentales: la cultura, el recreo, la participación y el intercambio.

Instalaciones sencillas que, durante una semana, acogieron diversas actividades de mercado de proximidad, juegos infantiles, deporte y debates ciudadanos.  

Una de las acciones mas memorables de toda esta activación táctica, y sin duda también la mas controvertida, fue el espacio “parlamento” que se organizó en uno de los cruces, donde hubo diversos debates apasionados durante toda la semana.  Representantes políticos, técnicos, colectivos, vecinos y vecinas, estudiantes, expertos… se dieron cita en el centro de un cruce donde días atrás transcurrían coches a 50 km/h.  Aquí es donde empezó el gran debate que se trasladó inmediatamente a todos los canales de televisión, diarios, barras de bar y taxis.  También aquí es donde se empezaron a organizar los colectivos a favor y en contra de las supermanzanas, y donde se empezó también a corregir el modelo. 

 

Espacio de debate organizado en uno de los cruces de la supermanzana de Poble Nou, donde participaban representantes polÍticos, técnicos, colectivos, vecinos y vecinas

 

A partir de esta primera Supermanzana experimental, se continuó evolucionando la idea, diagnosticando los resultados y definiendo criterios de diseño y participación, para establecer un plan de acción y priorización de las actuaciones del resto de supermanzanas previstas en la ciudad.

La siguiente supermanzana que se ejecutó fue la de Sant Antoni (2019).  Aunque se trata de un caso distinto (por dimensiones, incidencia, densidad de usuarios, técnica de diseño…) recoge muchas de las lecciones aprendidas de la Supermanzana piloto de Poble Nou. Su éxito inmediato, es deudor del “trabajo sucio” y mas radical, que había desarrollado su predecesora, y supone la consolidación de ciertas estrategias para la reprogramación del espacio urbano en clave social y ambiental.

La supermanzana de Sant Antoni, se ejecutó a partir de una propuesta inicial del Ayuntamiento que fue implementada en coproducción con los propios vecinos y vecinas, así como las entidades que operan en la zona, a través de procesos participativos (asambleas, grupos de trabajo y una comisión de seguimiento) diseñados para definir, en conjunto, los problemas o los retos, y encontrar entre todos las soluciones.

 

 

Leku Studio fue el equipo encargado de conducir el proceso y diseñar la transformación, aplicando un programa de evolución progresivo y consensuado, donde la reversibilidad y la flexibilidad fueron y siguen siendo, ingredientes esenciales en el diseño adaptativo. En este caso, a diferencia del caso de Poble Nou el resultado ha sido un éxito rotundo desde el principio, con poca controversia y con una gran aceptación por el vecindario, que usa a diario y masivamente los espacios ganados.  

A pesar de esta lectura positiva, las mayores dudas que emergen en el debate están vinculadas precisamente al peligro de “morir de éxito” y al hecho que esta evidente mejora del barrio, pueda provocar o acelerar, procesos no deseados de gentrificación. Un peligro que ya se ha confirmado con ligeros aumentos de precios del alquiler de viviendas y comercios, aunque con interpretaciones de los indicadores un poco distorsionados debido a los efectos recientes de la pandemia.  

 

De las supermanzanas a los (super)cruces y (super)ejes verdes

Los aciertos y errores de estos proyectos realizados han hecho virar sensiblemente el plan de las Supermanzanas, en una nueva visión menos radical quizás, pero claramente mas posibilista y progresiva, que incorpora el tiempo y la ambición de una implantación con beneficios mejor distribuidos.

Una de las criticas recurrentes al proyecto original de las supermanzanas, ha sido la de estar fundamentada en la creación de recintos pacificados, con una baja permeabilidad y difícil continuidad urbana.  Hemos escuchado infinitas veces a Salvador Rueda defenderse enfáticamente de tales acusaciones, invocando la aplicación de todo el plan al mismo tiempo, evitando así el peligro de la “gated community” que vive felizmente encerrada en un lugar mas privilegiado que el resto de la ciudad.  Su razonamiento es infalible, ya que, aplicando todo el plan de golpe, no solo se asegura las continuidades de los viales pacificados, sino que, al mismo tiempo, se previene contra la excepcionalidad del éxito que provoca la gentrificación antes mencionada.  

 

Los aciertos y errores de los primeros proyectos han hecho virar sensiblemente el plan de las Supermanzanas, en una nueva visión menos radical quizás, pero claramente mas posibilista y progresiva.

 

Pero pretender aplicar simultáneamente todo el plan, está en contradicción con una visión mas progresiva, mas posibilista y mas atenta, que permite aprender sobre lo acontecido, mejorando y adaptando el modelo según las necesidades de cada lugar.  Además, su vacuna -la de la aplicación de todo el plan de golpe- contradice su propia metáfora sobre la rana de tal forma, que podría ser rechazado por la ciudadanía y hacer saltar por los aires la rana y la propuesta en su conjunto.  Solo hay que repasar la hemeroteca de estos últimos meses, para darse cuenta que el plan todavía esta lejos de haber convencido a todo el mundo.

Así pues, frente al reto de redistribuir mejor las (pocas) acciones que el presupuesto municipal permite, se propone reescribir el plan en una nueva versión donde la supermanzana da paso a “superejes y supercruces”, que no son mas que una red pacificada de calles y plazas que permiten entender todo el distrito del ensanche como una gran supermanzana en proceso de transformación.  A mi parecer, aunque pueda no ser compartido por los responsables del plan, se trata de un paso mas hacia las supermanzanas, transitando por un “mientrastanto” donde, en vez de seguir generando islas pacificadas, esta vez se apuesta por una pacificación de ejes continuos que las conectan, y que construyen una nueva red de calles mas habitables.

 

 

Esta nueva teoría, cambia la perspectiva y el punto de vista, pero da continuidad a lo anteriormente ejecutado.  Los equipos de Modelo Urbano, antes dirigidos por Ton Salvador, y ahora por el Arquitecto Jefe Xavi Matilla, han sabido perseverar y moldear un plan que ahora tiene enfrente su momento fundamental en clave sistémica, dando un salto de escala que abarca todo el ensanche.

El concurso internacional de “Supermanzana Barcelona”, recientemente anunciado por el Ayuntamiento, afronta esta ambición.  Se propone diseñar las nuevas calles y plazas incorporando de una manera estructural y sistémica todas las lecciones aprendidas, y todas las medidas complementarias que se han ido aprobando durante el ultimo mandato: la declaración de la emergencia climática, la ciudad jugable, urbanismo con perspectiva de género, programa de impulso a la infraestructura verde, etc…  Cada proyecto, deberá atender las particularidades de cada lugar, y al mismo tiempo, dar continuidad a escala de ciudad en uno de los planes de reciclaje urbano mas importantes de Europa.

En palabras de Xavi Matilla en un reciente artículo resume con precisión estas dos escalas, “se trata de, primero, actualizar la infraestructura actual (la trama del ensanche) consiguiendo que las calles se conviertan en una nueva infraestructura ambiental metropolitana (…). Y, segundo, de transformar el espacio público para favorecer la urbanidad y las relaciones de proximidad, los servicios y las actividades comerciales”

 

 

En esta primera etapa del concurso, se propone transformar cuatro ejes (calles) y cuatro cruces (plazas), con la voluntad de en los siguientes años llegar a los veintiún ejes y veintiún cruces. Se trata de 33 km lineales de calles convertidos en ejes vedes que significan un aumento de 334.750 m2 de espacio público para el paseo y juego infantil, y 6,6ha de nuevo verde urbano… una transformación profunda de la ciudad, sin derribar ni un solo edificio.

El plan sigue abierto y sigue evolucionando hacia un cambio radical del modelo de hacer ciudad.  Es de esperar que las propuestas que emerjan del concurso también generarán nuevos e inesperados debates, tanto o mas encendidos que los anteriores, que, a su vez, provocarán ajustes y correcciones al conjunto del plan. La participación está asegurada, pero será responsabilidad de quien mande durante todos estos largos y complejos procesos, de continuar con el delicado proceso de “hervir la rana”.  Escuchando atentamente a todo el mundo, pero decidiendo con precisión y valentía lo que sea mas conveniente para la ciudadanía, subiendo la temperatura y evitando que una acción demasiado lenta o precipitada haga saltar la rana y el plan por los aires.


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