El Alumbrado Público de la ciudad de Valencia está conformado por un parque de más de 107.000 puntos de luz, que en el año 2015 tenía una potencia total instalada superior a los 25 MW, lo que conllevaba unos elevados costes de explotación de la instalación, particularmente en costes de energía. Había calles bien iluminadas, pero también había calles con un exceso de iluminación, y al mismo tiempo otras con una iluminación escasa o deficientemente iluminadas.
El Alumbrado de Valencia tuvo una regeneración en los años 90 con un Plan Integral de Alumbrado Público (conocido como P.I.A.P.) en el que se renovó el alumbrado en la mayoría de calles, recurriendo a fuentes luminosas de lámparas VSAP, de 150 y 250 W principalmente, a la vez que se adquirieron luminarias de alto rendimiento luminoso. El soporte más generalizado eran báculos de carretera y brazos de fachada. Esto mejoraba la situación anterior, con lámparas de vapor de mercurio (en adelante VMCC) y luminarias hoy obsoletas y de muy bajo rendimiento.
A partir de los años 90, prosiguió una evolución a columnas de fundición y faroles ornamentales, con lámparas de VSAP, principalmente de 150 – 250 – 400 W, con la particularidad que estas columnas, que son de poca altura (modelo AVENIDA, NARANJO, MAHUELLA, GRANDES VÍAS, etc) precisan de una instalación muy condensada, quedando muy juntas, generalmente entre 14 y 21 m, lo que supone una implantación intensa de muchas farolas, muchos puntos de luz y un elevado consumo de energía.
En términos de potencia, esto acabó ascendiendo a los ya referenciados 25 MW, que teniendo en cuenta una duración de 4.200 horas de ausencia de sol anuales, nos lleva a un consumo teórico cercano a los 105.000.000 de kW·h anuales, que se atenuaban con los diferentes sistemas de reducción de flujo, bien con reductores de flujo centralizados bajando la tensión de servicio, o bien con las reactancias de doble nivel, aumentando la impedancia en la luminaria. La práctica totalidad de puntos de luz tenía alguno de los dos sistemas de reducción de flujo, cuyas tecnologías llegaban al 30-35% de ahorro, quedando así en un consumo del orden de 65.000.000 de kW·h anuales.
Con los incrementos del precio de la energía, los costes energéticos crecían de forma desproporcionada, duplicándose y triplicándose en pocos años, de forma mucho más acelerada que el IPC o cualquier otro índice de crecimiento. Para reducir los costes de explotación de la instalación era necesario tomar decisiones más contundentes que una simple reducción de flujo, llegando incluso a estudiar la posibilidad de realizar una ESE para afrontar un cambio total con financiación externa, solución que posteriormente fue desestimada.
Para afrontar la Mejora de la Eficiencia Energética de una instalación tan vasta, se hicieron los estudios pertinentes, y se trazó una estrategia, en la que había que tener en cuenta varios factores:
Factor de Ahorro energético: Es importante implementar acciones que conlleven un gran ahorro de energía eléctrica, lo que exige estudiar el retorno de la inversión, manejando el ratio entre Ahorros Económicos y Costes de Inversión. Desde el punto de vista económico, las inversiones más económicas que produzcan mayores ahorros, deben anteponerse a otras soluciones más costosas y/o con menos ahorros.
Para afrontar este estudio se analizó la composición de los 107.000 puntos del parque de la instalación de alumbrado de la ciudad, agrupando por tipos de receptores, que requerían una o varias soluciones tipo, más o menos costosas, y con unos resultados de ahorro energético y medioambientales mayores o menores, en función de la tecnología a implantar, y muy relacionada con el coste unitario de cada intervención. Había que analizar la viabilidad y oportunidad de cada una de esas alternativas y tomar decisiones, en función de sus costes y resultados.
Como punto de partida, y en líneas generales, la fuente luminosa mayoritariamente instalada era VSAP, los balastos eran electromagnéticos y los sistemas de reducción de flujo eran estabilizadores-reductores de tensión de servicio en cabecera o bien reactancias de doble nivel en el punto de luz. Con la llegada de la crisis y por motivos de ahorro energético, todos los sistemas de reducción de flujo entraban directamente en reducido.
Se realizó el estudio de costes de inversión y ahorro en costes de energía mediante el balance energético de cada solución, comparando el consumo actual de la instalación con el consumo que tendría esta después de implantar el cambio a la alternativa técnicamente más óptima, ajustando los parámetros y cálculos de la instalación a los valores reglamentarios. Afortunadamente, el cálculo se simplifica en la medida que una determinada tipología está implantada en un rango de calles aproximadamente similares, reduciendo el cálculo a algo más de un centenar de secciones tipo. Así, en función de la tipología se selecciona la alternativa técnicamente más ventajosa.
En la selección de la solución técnicamente más ventajosa, se siguen diferentes criterios, tanto desde el punto de vista económico, el punto de vista medioambiental, y el punto de vista del ahorro energético, que no siempre conllevan la misma solución. Por lo tanto se establece una jerarquía de criterios que es la siguiente:
Para el diseño de las posibilidades de implantación de medidas de mejora del rendimiento energético había que realizar un estudio que contemplara:
Con un sencillo análisis de inventario, había un total de 181 luminarias diferentes, en las que hay instaladas un total 16 potencias diferentes, siendo necesario clasificar todas las luminarias por tipologías para afrontar el análisis de energético de la instalación. Cada tipología tiene varias soluciones posibles, pero en función de unos determinados criterios, siempre hay una que parece la más adecuada o proporciona los parámetros para su estudio, en función de los recursos económicos del municipio y de sus prioridades.
Se realizó la siguiente agrupación de tipologías:
La instalación era susceptible de mejora desde el punto de vista energético en un amplio rango de parámetros, buscando a través de una mejora eficiencia energética, una reducción del consumo de energía eléctrica, una disminución de la contaminación lumínica, la mejora de las uniformidades de la instalación, una mejor reproducción cromática de la luz, y en resumen una mejora de las prestaciones, tanto en las calles donde los niveles de luz son excesivamente altos, como en las calles en las que los niveles son insuficientes, adecuando los niveles luminotécnicos a los niveles establecidos en el actual Reglamento de Eficiencia Energética RD 1890/2008.
Uno de los principales objetivos era eliminar o reducir tanto la emisión de flujo al hemisferio superior FHSinst como la luz intrusa, con soluciones con valor FHSinst nulas o muy bajas (FHSint<1%) y ópticas especialmente buscadas para direccionar la luz hacia donde realmente interesa, cuidando tanto la iluminación horizontal como la vertical. Por lo tanto, la situación de la instalación exigía un cambio tecnológico importante y que abarque la totalidad de la instalación, que minimice los estos efectos adversos y mejore sus prestaciones.
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