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Slowlight nace de la necesidad de un cambio: contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas de un modo respetuoso con el medio ambiente y la biodiversidad de nuestro planeta. Como ciudadanos siempre nos ha sorprendido la sobreiluminación existente en nuestras ciudades y pueblos, cómo la mala iluminación invade nuestros cielos propagándose a centenares de kilómetros, invade nuestros hogares y todo el entorno que nos rodea, robándonos la noche y obligándonos a vivir en un crepúsculo continuo.; afectando a todos los seres vivos sin que el ser humano parezca ser consciente de ello, ni del tributo que tendremos que pagar en un futuro cercano por esta irresponsabilidad colectiva. Iluminación sí, sobreiluminación no.
Nos sorprende cómo esta situación ha convivido y convive, de un modo irracional, con la actuación de las administraciones públicas y de un sector técnico relacionado con la iluminación pública, cuya actuación conjunta parecen evocarnos a un futuro sin noche. La contaminación lumínica es un problema transversal de primer orden, que afecta al medio ambiente y la ciudadanía en sentido amplio: económico, social, medioambiental, cultural y de salud humana, tal como ya se ha puesto de manifiesto en numerosos estudios científicos y técnicos.
Conscientes de la importancia del momento en que vivimos queremos reinventarnos y plantear nuevas líneas de pensamiento individual y colectivo que ofrezcan nuevos escenarios en armonía con el medio ambiente. En este aspecto el alumbrado público tiene, sin duda, un elevado potencial de mejora por tratarse de una instalación altamente contaminante y gran consumidora de recursos energéticos. Es tiempo de cambio.
Debemos pasar a la acción y ser conscientes de que cada punto de luz cuenta. Cada uno de los proyectos de iluminación que transforman una ciudad deben regirse por un orden superior, un plan director de iluminación que establezca los criterios de iluminación del espacio urbano. Si pensamos más allá de una ciudad, en una región o en un país, nos damos cuenta de la necesidad de una nueva cultura de luz, de la necesidad de un nuevo modelo de iluminación pública desde la responsabilidad colectiva.
Bajo la filosofía de mejora continua, afrontamos el reto de mostrar un camino para el cambio colectivo. Slowlight nace como punto de partida integrador para este cambio. Nace de nuestra experiencia, conocimiento e ilusión por un mejor uso de la iluminación pública y por la defensa de los derechos de las personas a vivir sin contaminación lumínica, en sus viviendas y en su cielo nocturno. Por todo ello, conmemorando el día internacional de la luz, publicamos el Manifiesto Slowlight para una iluminación pública sostenible que recoge los principios generales de nuestra propuesta: la iniciativa Slowlight. Se trata de un movimiento que nace de la ciudadanía, con amplio conocimiento en la ingeniería municipal y en el alumbrado, para iniciar un cambio de modelo en la iluminación pública. Un giro hacia el calmado de la luz como característica fundamental para reencontrarnos con la noche en las ciudades, con la visión del cielo estrellado, con el respeto por la salud humana y la biodiversidad. Un calmado de luz, inteligente, que aprovechando la tecnología y el conocimiento técnico permita recuperar la noche en las ciudades sin menoscabo de su actividad y seguridad.
Construimos un modelo donde la iluminación responsable sea un vector de trabajo en las ciudades. Ayudar a la administración local desde el conocimiento, ofreciendo apoyo, una mesa de trabajo permanente de diagnóstico y acción con herramientas y estrategias hacia la sostenibilidad, de modo que el alumbrado, sostenible e integrador, y la energía se constituyan en vectores de la estrategia urbana para las ciudades y una apuesta de valor de la buena gobernanza pública. Es tiempo de conocimiento compartido, de alianzas, de participación, de innovación. Es tiempo de cambio hacia un nuevo modelo de gestión pública avanzada en la que se tiene en cuenta el diseño del paisaje nocturno de la ciudad, integrando en él tanto la iluminación pública como privada, que habrá de regularse también para contribuir a la descontaminación lumínica de los territorios.
Si pensamos más allá de una ciudad, en una región o en un país, nos damos cuenta de la necesidad de una nueva cultura de luz, de la necesidad de un nuevo modelo de iluminación pública desde la responsabilidad colectiva.
Nuestro objetivo es ambicioso y nuestro compromiso es decidido, pero, como en casi todos los órdenes de la vida, el mercado, los clientes, la ciudadanía, los profesionales, los gobiernos locales, etc. decidirán si este proyecto que hemos iniciado puede realmente marcar un punto de inflexión en la iluminación pública de nuestro país. Slowlight acaba de nacer y se plantea inicialmente como un proyecto con una década de extensión en el tiempo. Nuestro enfoque fundamental: dar servicio y asesoramiento a la administración pública, sensibilizar y concienciar y crear sinergias positivas e innovadoras con el sector profesional de la iluminación pública.
Nuestra historia se resume de un modo muy sencillo: Aprovechando nuestra formación y años de experiencia en la gestión municipal de redes de alumbrado público y energía, tras un intenso período de pensamiento y divulgación en jornadas técnicas, entendimos que era preciso un cambio. Teníamos que dar un paso al frente y así lo hicimos. Redactamos nuestro Manifiesto y lo hicimos público el 16 de mayo de 2020, conmemorando el día internacional de la luz. Con su publicación y amplia difusión llegamos a muchos profesionales, recogiendo un resultado alentador y ampliando su difusión en revistas especializadas. Desde muchas partes del territorio nacional nos llegaron muestras de apoyo y comentarios positivos desde diferentes sectores: la ingeniería, la arquitectura, la astrofísica, la astronomía, la salud, la biología, la administración local, la política… Recogimos también muchas muestras de aliento de diferentes partes del mundo entre los que se encuentran prestigiosos profesionales a nivel mundial. El mensaje común que nos llegaba era que Slowlight sintetizaba, ordenaba y completaba el pensamiento de muchos profesionales, generaba un punto de encuentro entre sectores tradicionalmente enfrentados y ofrecía un camino de consenso para un cambio de modelo, considerado por todos como algo necesario y urgente.
Es tiempo de cambio hacia un nuevo modelo de gestión pública avanzada en la que se tiene en cuenta el diseño del paisaje nocturno de la ciudad, integrando en él tanto la iluminación pública como privada, que habrá de regularse también para contribuir a la descontaminación lumínica de los territorios.
Tras esta primera etapa, en junio presentamos el proyecto a diferentes agentes clave en el sector profesional privado de la iluminación exterior, obteniendo también una excelente respuesta de la que hablaremos en otro momento.
En julio y agosto hemos iniciado una segunda etapa con la presentación de la iniciativa Slowlight a algunas administraciones públicas. Se trata de un importante test para evaluar nuestro proyecto desde diferentes ópticas y en el que trabajaremos durante este segundo semestre de año. Será momento entonces de hacer balance. Hasta ese momento, queremos compartir algunas primeras impresiones que consideramos de interés, todas ellas con un denominador común: una rápida y decidida aceptación por parte de las administraciones públicas, que están entendiendo el problema, observando la necesidad de un cambio de modelo y las ventajas de la iniciativa slowlight como motor de dicho cambio. En este sentido, como ejemplos destacables del interés público por un uso sostenible de la iluminación nocturna podemos citar la adhesión de una gran ciudad como A Coruña y la adhesión del ente público de Portos de Galicia. Existen otros municipios interesados ya en formalizar su adhesión y otros con los que estamos agendando reuniones de presentación, pero entendemos que estos dos ejemplos que os presentamos son quizás los más representativos.
Como ejemplos destacables del interés público por un uso sostenible de la iluminación nocturna destaca la adhesión de una gran ciudad como A Coruña y la adhesión del ente público de Portos de Galicia.
La ciudad de A Coruña, decidió su adhesión a la iniciativa Slowlight por decisión unánime del Gobierno Local en sesión plenaria de 2 de julio de 2020. El proceso fue sencillo y rápido. En apenas quince días tras su presentación en la primera reunión celebrada con la Concejalía de Infraestructuras, la Alcaldesa de nuestra ciudad leía su declaración institucional de adhesión. Se ha integrado a la iniciativa Slowlight y los principios de su Manifiesto como parte del ADN de la ciudad que, desde hace años, incluye la sostenibilidad como un criterio fundamental de trabajo. En materia de alumbrado público, pese a que la ciudad es activa en la modernización de su red, faltaba un hilo conductor, una estrategia que incluyese la sostenibilidad como apuesta de valor añadido y se alinease claramente con los objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ello, el Gobierno Local, que ahora es consciente del nivel de contaminación lumínica de su territorio y de la necesidad de evolucionar hacia un nuevo paisaje nocturno de la ciudad y hacia una nueva cultura de iluminación pública, ha mostrado su firme decisión y compromiso con nuestra iniciativa que ya ha empezado a dar sus frutos con acciones en la ciudad que apuntan hacia la sostenibilidad, al calmado de la luz, a la racionalización de encendidos, control de horarios, apagado de instalaciones innecesarias, al uso de la mejor tecnología disponible, hacia la zonificación lumínica de su territorio, hacia la próxima redacción de un plan director de alumbrado en la ciudad, etc. Desde Slowlight aplaudimos la apuesta de la ciudad de A Coruña, la inclusión de la iniciativa slowlight como una línea de trabajo concreta de su agenda urbana local, su rápida toma de decisión y la ejecución de primeras medidas de sostenibilidad en su alumbrado, todo ello en continuo diálogo con nuestra Asociación a través de una mesa de trabajo común, en la que tendrán cabida diferentes sectores relacionados con el uso de la luz. Y tras la adhesión de A Coruña, la gran mayoría de municipios cercanos se han hecho eco de la noticia mostrando su interés también en formar parte de este proyecto colectivo, por lo que en los próximos meses podríamos hablar de la primera mancomunidad de municipios que apuestan de un modo conjunto por el uso sostenible de la luz, combatiendo de un modo conjunto a este enemigo común que nos roba la noche y que no tiene en cuenta las fronteras, propagándose a centenares de kilómetros…
Después de A Coruña vendrán otros y, por qué no, quizás toda una comunidad autónoma a partir del Parlamento Gallego o de la Comunidad Autónoma. Es un reto ambicioso, sin duda, pero ofrece un camino válido y sencillo para dar respuesta o avanzar en los objetivos suscritos por los grupos políticos en Declaración Institucional del Parlamento de Galicia sobre protección del cielo estrellado y defensa del cielo oscuro firmada en 2015 a partir de la Declaración de la Palma.
Por otro lado, el sábado 29 de agosto el ente público Portos de Galicia, dependiente de la Consellería del Mar de la Xunta de Galicia, publicaba también su adhesión a la iniciativa y su interés en la modernización sostenible de sus instalaciones de iluminación en los puertos que gestionan. Para Portos, la adhesión se realiza en un momento clave, de oportunidad, pues se está en fase de auditoría para acometer la planificación de futuras actuaciones de modernización, cuestión compleja por el estado actual de las instalaciones y por su dimensión, ya que se trata de más de 120 instalaciones distribuidas por toda Galicia. Esta adhesión es considerada también por Slowlight como un reto de gran interés pues se trata de instalaciones altamente contaminantes desde el punto de vista lumínico, con una importante afección al borde litoral de una Comunidad Autónoma como Galicia.
Queda por delante un intenso trabajo, una enorme responsabilidad para todos los que, de algún modo, jugaremos un papel en la renovación y explotación de las redes de alumbrado en nuestro país en la próxima década. Es tiempo de Slowlight. ¿Te apuntas al cambio?
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