Las ciudades inteligentes son aquellas que usan la tecnología como herramienta para optimizar la eficiencia de la urbe y de su economía, siempre y cuando sirva para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y proteger la naturaleza. Así es como Naciones Unidas delimita la definición de ‘Smart City’, un concepto que hace repensar los modelos de urbe que la sociedad tiene y necesita.
Alcanzar esos modelos de ciudad inteligente y sostenible se revela capital, algo en lo que, sin duda, ya se está trabajando desde diversos ámbitos, tanto públicos como privados. Esta necesidad está siendo un tema central para las administraciones públicas, ya que la implementación de ciertas tecnologías favorece una gestión más eficiente de los recursos municipales.
En un contexto de urgencia medioambiental, donde las instituciones europeas e internacionales continúan definiendo el camino hacia modelos socioeconómicos más sostenibles y responsables, es necesaria la adopción de nuevos esquemas de ciudad. Y en esta tarea, el uso de la tecnología será capital.
Ahora bien, tecnología sí, pero con propósito. Y qué mejor fin que la descarbonización de la economía, la mejora de la competitividad y el impulso de la economía circular; objetivos prioritarios marcados por la Unión Europea y reflejados en medidas como la Directiva de Residuos y el Paquete de Economía Circular.
En este contexto, cobra especial importancia la recogida selectiva de residuos y la gestión eficiente de los mismos, teniendo en cuenta la necesaria inversión a nivel municipal que demandan los modelos impulsados desde la Unión Europea. Modelos que van en consonancia con la propia definición de ciudad inteligente y que abogan por la recogida separada y su posterior tratamiento, siendo clave concienciar a los ciudadanos para la correcta separación de los residuos en los hogares. Para lograrlo, es necesario que todos los procesos de recogida y tratamiento se realicen de forma eficiente, con el fin de optimizar las líneas de recogida actuales y futuras.
Precisamente, con estos planteamientos de eficiencia y concienciación ciudadana, Ecoembes lleva más de 20 años cuidando del medio ambiente a través del reciclaje y del ecodiseño de los envases en España. Hace posible que los envases de plástico, latas y briks, que van al contenedor amarillo, y los envases de cartón y papel, depositados en el contenedor azul, puedan tener una segunda vida. Además, gracias a la colaboración, la educación y la innovación, Ecoembes continúa impulsando el reciclaje como materia clave para alcanzar los modelos de ciudad sostenible.
En este afán por implantar en España el auténtico modelo de ciudad sostenible, TheCircularLab, centro de innovación en economía circular perteneciente a Ecoembes, ha querido dar un paso más allá y apostar por la ciencia ciudadana en su sentido más amplio. Con el objetivo de “dejar de innovar para el ciudadano y pasar a innovar con el ciudadano”, ha puesto en marcha Reciclaje 5.0. Un proyecto piloto que cuenta con la colaboración de la Generalitat de Catalunya y los ayuntamientos de Igualada, Sant Boi, Granollers y la Comarca del Pla d’Estany, y se basa en una fuerte implicación de los ciudadanos y el uso de tecnologías inteligentes para aumentar el número de envases reciclados de latas y botellas.
A través de la instalación de contenedores geoposicionados en varios municipios, y papeleras inteligentes en dos universidades y un hospital de Cataluña, Reciclaje 5.0 quiere poner la tecnología al servicio de los ciudadanos -a través de su smartphone- para reciclar más y mejor. Para ello, se hace uso de tecnologías varias que conecten al ciudadano con el contenedor o papelera inteligente mediante la tecnologías sensórica, las ‘apps‘, la gamificación o el ‘blockchain’.
Así, por cada lata o botella que recicla, el ciudadano obtiene “Reciclos”, un sistema de puntos gestionados en una aplicación web, que le permitirá canjear su compromiso por productos o servicios relacionados con la sostenibilidad, para fines individuales o colectivos.
Todo ello, dentro de una esfera de colaboración público-privada, que se ha revelado como uno de los factores clave del desarrollo socioeconómico y principal motor de trabajo para la puesta en marcha de un modelo sostenible de economía circular centrado en las premisas de reducir, reutilizar y reciclar, con la participación activa de los ciudadanos.
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