Las regiones juegan un papel trascendental para canalizar y aterrizar las políticas sobre economía circular y conectarlas con la ciudadanía y las empresas
Afinales del siglo pasado, coincidiendo con la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, se puso de moda una frase. Piensa globalmente, actúa localmente. Con esta expresión se pretendía explicar cuál era el principal camino para evitar la catástrofe ambiental que ya entonces se vislumbraba: asumir que los cambios en el planeta empiezan en la propia casa.
En realidad, “Piensa de forma global pero actúa de forma local” es una idea que tiene su origen en el activista Patrick Geddes, un urbanista escocés que murió en 1932, cuyo trabajo se centraba en la planificación urbana y cuya idea precursora volvió a cobrar forma casi un siglo después. Los participantes en la Cumbre del 92 querían poner de manifiesto algo muy sencillo, y aparentemente intuitivo. La crisis climática tiene que combatirse desde las grandes instituciones del planeta y es imprescindible el esfuerzo y las iniciativas de entidades de ámbito mundial como las Naciones Unidas o continental como la Unión Europea. Sin embargo, es muy importante la cercanía que representan, incluso en un ámbito inferior a los países, las entidades más cercanas a la ciudadanía.
Pero no es una noción que compartan sólo los activistas. En el caso de España, el informe Situación y Evolución de la Economía Circular en España realizado por Cotec 2019 evidencia esta necesidad de que las estrategias posen los pies en el suelo: “En muchas ocasiones, las estrategias se desarrollan sin que exista un diagnóstico previo, con lo que simplemente se trasladan al ámbito regional los objetivos y medidas planificadas a nivel europeo o nacional. Esta circunstancia puede debilitar la implantación de las estrategias, dado que obvia las características específicas de cada región, tanto en su dimensión cultural, esencial para la implicación de la población, como en las características de su tejido productivo y en las estructuras de gobernanza necesarias para una correcta implantación de las medidas”. Es decir, lo local está más cerca de la realidad y puede conocer mucho mejor los mecanismos para transformarla.
Uno de los autores de este estudio, Jordi Morató, director de la Cátedra UNESCO de Sostenibilidad de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), reconoce la importancia de esta gestión local. Y hace una especial referencia al ámbito del sector: “Sin duda debe mejorar la coordinación entre los niveles nacional, regional y local por lo que se refiere a la planificación y el uso de instalaciones de tratamiento de residuos. Se aplican tipos impositivos distintos al depósito en vertederos, y las capacidades de tratamiento de residuos no se comparten o planifican conjuntamente entre las comunidades autónomas. Y hay una brecha importante entre el nivel autonómico y local, ya que no se marca la contribución específica de las autoridades locales para aplicar la Directiva marco sobre residuos”.
Morató es uno de los coordinadores también del Informe sobre Economía Circular 2021, que pronto saldrá a la luz, en el que se confirma que se ha desarrollado el marco estratégico avanzado, aunque en él también se destaca cómo la pandemia ha marcado los resultados. “En este sentido, parte importante de los esfuerzos del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia para España (PRTR) van a ir encaminados a acelerar todavía más la transición a la economía circular”.
Las Declaraciones de Sevilla y de Valladolid son una muestra de la importancia que dan las entidades locales a la economía circular.
La importancia que dan las entidades locales a este asunto se demuestra con las iniciativas tomadas por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). En 2017, la FEMP lanzó la Declaración de Sevilla, un manifiesto a favor de una nueva realidad industrial y comercial que recogía el guante lanzado por París en 2015. La capital francesa amparó entonces una llamamiento europeo para apoyar la economía circular desde las ciudades, reclamación que fue seguida por grandes urbes del viejo continente como Ámsterdam, Bruselas, Copenhague, Lisboa, Londres, Milán y Roma.
En España, esa reclamación gala llevó a la firma de un acuerdo de la FEMP en la capital hispalense. Fue rubricada con la participación de 231 entidades locales que aglutinaban entonces a más de 20 millones de habitantes y recogía numerosos puntos tendente a fomentar la economía circular. Entre ellos, la Declaración de Sevilla reclamaba el apoyo a los acuerdos público-privados y el incremento de los esfuerzos para la reducción de los impactos ambientales, climáticos y sobre la salud de las personas. Además, se reconocía textualmente la necesidad del desarrollo de “estrategias locales en favor de la economía circular que favorezcan el vertido cero, el reciclaje (especialmente de los biorresiduos), la reducción de los desperdicios alimentarios, el fomento del ecodiseño, de la prevención de residuos, de la reutilización y el reciclaje y el fomento de la compra pública de productos verdes”.
Dos años después, en 2019, la FEMP reforzaba la importancia de las estrategias locales y lanzaban la Declaración de Valladolid, que reconoce una vez más el protagonismo de las ciudades. En ella, se resalta “el importante papel que tienen los Gobiernos Locales en las acciones de fomento y desarrollo de un nuevo modelo basado en los principios de la economía circular por ser la administración más próxima, y la que por tanto puede prevenir los principales conflictos ambientales”.
En España fueron numerosos los ayuntamientos que entendieron la pionera Declaración de Sevilla como un verdadero camino a seguir.
En España fueron numerosos los ayuntamientos que entendieron la pionera Declaración de Sevilla como un verdadero camino a seguir. Entre ellos, como se demostró en 2019, la propia ciudad de Valladolid, en lo que entonces todavía se trataba de una iniciativa pionera. Lo explica su concejala de Innovación, Charo Chávez: “Nosotros fuimos la primera ciudad de España en ofrecer en 2017 una serie de ayudas a la economía circular. Y uno de nuestros objetivos era precisamente testar si había una masa crítica, si había esa conciencia o al menos una expectativa. Nuestra sorpresa fue que sí, que nadie había hablado públicamente de esto, pero que mucha gente, muchas empresas y muchos colectivos estaban ya pensando en ello”.
"El reto y el objetivo de paliar de alguna manera los efectos del cambio climático tiene mucho que ver con el cambio de cultura en las ciudades", destaca Charo Chávez, Concejala de Innovación del Ayuntamiento de Valladolid.
Desde entonces, diferentes ciudades de España se han sumado a este camino. Para ellas, como para la capital pucelana, el motivo es sencillo: desde lo local se ve la realidad sobre el terreno y el contacto con los ciudadanos es más directo: “Es muy importante esa estrategia desde abajo hacia arriba, insiste Chávez. Es más fácil la sensibilización y la toma de conciencia de que no va a haber más alternativas”. Actualmente el 75% de la población vive en urbes, una cifra que en la Unión Europea aumentará al 85% en el año 2050. “Las ciudades tenemos que gestionar, entre otras cosas, los residuos que se producen en la ciudad, es decir, los residuos del 75% de la población. Así que el reto y el objetivo de paliar de alguna manera los efectos del cambio climático tiene mucho que ver con el cambio de cultura en las ciudades. Es la única manera de poder asumirlo”, concluye la concejala.
Volviendo al inicio del reportaje y como explican desde la propia Federación Española de Municipios y Provincias, “si queremos un cambio global hay que empezar con actuaciones individuales y locales”. Y algo parecido se está haciendo también desde la siguiente unidad en importancia de la administración del Estado: las comunidades autónomas.
En ese ámbito, Castilla-La Mancha fue también pionera. En 2019 aprobaron su Ley de Economía Circular, la primera de España. Tras ella, este mismo 2021 aprobaron la Estrategia Regional de Economía Circular Horizonte 2030 y su correspondiente plan de acción para implantar la estrategia. Y están ya trabajando en un segundo plan de acción de cara al ciclo 2026/2030.
Y, en el esfuerzo de las estrategias locales, esta comunidad apuesta por llegar a todos y cada uno de los espacios: “Nuestra región es de una superficie considerable y la implantación del modelo circular no tiene el mismo ritmo en cada provincia ni en cada municipio, expone la directora general de Economía Circular de la Junta de Castilla-La Mancha, Marta Gómez Palenque. Tenemos que trabajar en la creación de un territorio circular en base a las oportunidades y necesidades de cada territorio, de cada municipio. De ahí la necesidad de un modelo de implantación con 17 nodos regionales a partir de los cuales se expanda la circularidad. Tenemos que partir de lo local para ir a lo global”.
Algo en lo que coinciden otras comunidades, como Cataluña. “La apuesta por el territorio tiene que ser clarísima, analiza Jaume Sió, responsable del Gabinete Técnico de la Conselleria d'Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya. Y nosotros somos muy conscientes de los impulsos de las actuaciones de abajo hacia arriba. Pero lo importante es que esas iniciativas se conecten bien con la estrategia de arriba hacia abajo. Porque hay actuaciones que necesitan una actuación global y hacer las cosas a escala”.
"Somos muy conscientes de los impulsos de las actuaciones de abajo hacia arriba. Pero lo importante es que esas iniciativas se conecten bien con la estrategia de arriba hacia abajo", explica Jaume Sió, responsable del Gabinete Técnico de la Conselleria d'Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya.
Esta misma necesidad de mirar local se observa en las estrategias de otra comunidad puntera en economía circular, como es Euskadi. Lo explica Alexander Boto, director general de Ihobe, la sociedad pública de gestión ambiental del Gobierno Vasco: “Uno de nuestros grandes retos se centra trabajar con las comarcas y la agrupación de municipios”.
Además de este punto, el País Vasco incide en un punto importante. “Lo principal de la economía circular es que es economía”, recalca Boto. En su percepción, hasta hace muy poco las empresas sólo cambiaban de modelo económico si eran obligadas por la administración. Es decir, que básicamente se limitaban a cumplir la ley. Pero ahora impera la cuenta de resultados: “Ya no lo ven tanto como las sanciones que pueden recibir desde la Administración sino también como un factor de competitividad. Saben que sus clientes se lo están pidiendo. Y eso cambia mucho, porque afecta a su cuenta de resultados. Es decir, ya están viendo que invertir en economía circular es rentable”.
"Las empresas ya no ven tanto la economía circular como una obligación desde la Administración sino también como un factor de competitividad", afirma Alexander Boto, director general de Ihobe, sociedad pública de gestión ambiental del Gobierno Vasco.
Volviendo a Castilla-La Mancha su estrategia ha incluido el lanzamiento de un foro de expertos de economía circular y también se ha creado la cátedra de Economía Circular de la Universidad de Castilla-La Mancha. Igualmente se ha creado la plataforma Economía Circular Castilla-La Mancha, para la conexión entre diferentes agentes. Se pretende disponer de un espacio común, en el que conectar a profesionales, entidades y empresas en la búsqueda de colaboradores, iniciativas y proyectos.
Se confirma así que uno de los principales retos de la economía circular pasa por la transversalidad, por esa conexión por un lado entre administraciones y por otro entre diferentes sectores. En el caso de Cataluña, también disponen de un hub, el denominado Catalunya Circular, que permite confluir a diferentes entidades en un solo espacio. Las posibilidades de estos puntos de encuentro son mayúsculas y también en cierto modo imprevisibles. El ejemplo, además, no tiene nada que ver con los residuos urbanos: “Sabemos que de los bosques se pueden obtener productos textiles, expone Sió. Entonces, puede ser muy importante conectar a un propietario de un bosque con una empresa que fabrica ropa. Entre ellos no se conocen de nada, y necesitamos que esté implementado un espacio donde puedan encontrarse”.
El ejemplo de los bosques no es baladí. Cataluña ha duplicado este tipo de espacios en el último siglo hasta llegar a una superficie forestal que en la actualidad abarca el 66% del territorio. Este aumento, que se ha debido básicamente al abandono de la superficie agrícola, puede considerarse positivo. Pero en un clima Mediterráneo ese gran espacio forestal, si no está bien gestionado, puede acabar convertido en una bomba de relojería. “Por eso necesitamos hacer que se valoricen estos recursos y se gestionen de una manera adecuada”, concluye Sió.
La transversalidad puede ayudar a cerrar el círculo, y no sólo en los bosques. Pero esa transversalidad hay que llevarla aún más allá: “Nosotros estamos trabajando con las diputaciones, analiza Jaume Sió. Además también con las cámaras de comercio, y con los ayuntamientos. Y luego también con las empresas. Hay muchas empresas que pueden ver en la economía circular una oportunidad para hacer más sostenible su cadena o descubrir los nuevos modelos de negocio que se van a generar a partir de esta nueva realidad”.
Pero hay otras vías para cerrar el círculo de la economía. En el caso de Euskadi, todavía impera el sector secundario industrial, que copa un 34% de su PIB. Y su objetivo consiste en mejorar ese PIB, manteniendo esa estructura industrial pero a la vez reduciendo las materias primas. Lo explica Alexander Boto: “Entre los años 2000 y 2020 hemos conseguido reducir un 18% el uso de materias primas, subiendo a su vez nuestro PIB en un 34%”.
Como vemos, estas estrategias locales engarzadas en estrategias más globales están permitiendo el despegue de la economía circular. Sin embargo, Jordi Morató insiste en que queda mucho por hacer: “España acumula un retraso importante en la adaptación e implementación de gran parte de las medidas impulsadas desde la UE. Hay un desfase importante en algunos sectores, especialmente con la gestión y generación de residuos, sobre todo los plásticos y desechos municipales. En gran parte, se debe acelerar el desarrollo de políticas y normativas relacionadas con los escalones superiores en la jerarquía de residuos, introduciendo medidas para fomentar la prevención de la generación de residuos, la reparabilidad, incluyendo medidas fiscales y tasas que favorezcan la reducción de su generación”.
España acumula un retraso importante en la adaptación e implementación de gran parte de las medidas impulsadas desde la UE, destaca Jordi Morató, director de la Cátedra UNESCO de Sostenibilidad de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
Aún más tajante es Charo Chávez desde Valladolid: “El objetivo es la descarbonización porque es obvio que el planeta no puede seguir como sigue. Estamos hablando de una cuestión de supervivencia y el requisito es la transformación del modelo productivo, que tiene mucho que ver con el modelo energético y tiene también mucho que ver con la utilización de las materias primas. O nos transformamos en economía circular o no va a haber alternativas ni posibilidades para las empresas”.
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